Es interesante notar que todas las apariciones angelicales y las teofanías registradas en la Biblia sucedieron en medio de un contexto de cosas cotidianas. Los pastores estaban pastoreando cuando se les anunció el nacimiento del Mesías en Belén. Zacarías, estaba realizando el acostumbrado oficio sacerdotal cuando el ángel le anunció que sería papá. Daniel ocupado en los asuntos del Imperio, pues era mandatario. Abraham sentado a la sombra de un encinar, meditando en su Dios, Moisés pastoreando ovejas, Gedeón sacudiendo el trigo, Etc. Ellos estaban haciendo cosas ordinarias y comunes pero con una fe extra-ordinaria, porque entendían que era lo que Dios les pedía que hicieran en ese momento. Fue entonces y en ese contexto de obediencia cotidiana que Él les reveló una nueva dimensión de su voluntad.
Son esas pequeñas cosas “extras” que transforman lo ordinario en extraordinario. Es ese plus de obediencia inmediata e incondicional, esas dosis de fidelidad requerida de parte de Dios que conforma el sustrato ideal para que se desarrollen los planes de Dios en mi vida. Muchas veces erramos levantando demasiado lejos nuestra mirada y se nos va la vida soñando en cosas grandes mientras descuidamos lo pequeño, lo esencial, lo del día a día. Jesús lo expresó muy bien cuando dijo que estará sobre mucho aquel que primero haya aprendido a ser fiel en lo poco. De ahora en más no consideres como tiempo perdido el ayudar a tu esposa a preparar el almuerzo, o suspender por cinco minutos tus tareas en tu oficina para llamar por teléfono a tu hijo y preguntar cómo le fue en su partido de foot ball. No deseches el caminar con ella por el parque o recibir a un oportuno amigo que viene solo a conversar contigo un rato. Es en esas cosas ordinarias que llegarás a vivir una vida. ¡Extraordinaria!
Pensamiento del día: Jesús lo expresó muy bien cuando dijo que estará sobre mucho aquel que primero haya aprendido a ser fiel en lo poco.