“Aprendí que si no eres feliz con pocas cosas tampoco serás feliz con muchas cosas” esta declaración fue hecha por el popular y respetado presidente uruguayo durante el periodo 2010-2015 icono del socialismo y el nacionalismo. Alguien destacado por su modesta forma de vivir, pero también por su riqueza personal e ideológica. Si tuviésemos que decirlo de otra manera, podríamos hablar entonces de vivir con una actitud de contentamiento.
En el sermón del monte, Jesús, estableció las bases de su Reino. Entre todos los temas majestuosos abordados, el de la relación con las riquezas, no quedó afuera. Cuando se refirió a esto, recordó a las multitudes que los tesoros son corruptibles. Por lo tanto, inseguros y con fecha de vencimiento. Pero las cosas del cielo son eternas. NO prohibía, NI censuraba la posibilidad de tener posesiones. Sería negligencia no ser previsores o desatendidos de nuestras necesidades materiales y la de nuestras familias. Lo que se condena es el amor, la ambición y el egoísmo que enfoca a los corazones tras la acumulación de cosas materiales. Mayormente, el consumo hace creer a los seres humanos que la vida de una persona depende de los bienes que posee. Basta ver una publicidad en la televisión, para descubrir el engaño de imágenes que muestran lujos y ostentación como ideales de poder, belleza y significado. En esta trampa, Jesús pone su mirada. No nos engañemos. Todo lo material perece y lo que nos hace verdaderamente felices y seguros es lo incorruptible y eterno. Dice John Stott que “Hacer tesoros en el cielo es hacer en la tierra cualquier cosa cuyos efectos duren por la eternidad” Si nuestras acciones sean las que fueren se orientan hacia el cielo, no habrá polilla ni hollín que pueda corromperla. Estar satisfechos con lo tenemos, es saber contentarnos y aprender a administrar nuestros recursos para que no caigamos en la ansiedad, la ambición y el descontento. No creamos las mentiras del consumo, creamos en las verdades del Reino y tendremos más riqueza de la que podamos llegar a percibir
“El consumismo promete algo que no puede cumplir: La felicidad universal”