En las instancias finales de la pasión y muerte de Jesús, diferentes sectores y diferentes individuos manifestaron reacciones distintas ante el cuadro expuesto frente a sus ojos, pero en el fondo de la cuestión manifestaban los perfiles más ocultos del corazón humano. Perfiles que se revelan aún en nuestros días. Así tenemos, por ejemplo, la traición pública y manifiesta de “uno de los doce”, (como lo expresara San Mateo en su evangelio). Judas no tuvo reparos en presentarse y quedar en evidencia antes sus 11 amigos, ante su líder y ante los 500 soldados que conformaban la Compañía Romana escogida para el arresto. En la lista le sigue el mismo Pedro con su pasional fidelidad pero de “lejitos” no más. Le defendió, sí. Habló, sí, pero le seguía de lejos. No podemos ignorar en este cuadro a Caifás, máximo exponente de la piedad y religiosidad judía de aquel entonces. ¿Envidia, celos, intereses creados?… Sí. Todo eso y mucho más, un corazón atestado de los instintos más bajos de la personalidad humana. Aparece un tal Nicodemo. Había tenido una charla a escondidas con el Mesías y hasta este punto lo rotulamos bajo la insignia de “simpatizante oculto”. Dijo algo así como: “Muchachos, si este asunto es de Dios progresará, pero si no, solito se apagará”. Y no podemos dejar afuera a Poncio Pilato. Por siglos la existencia de este personaje mencionado en las páginas bíblicas estaba en tela de juicio, pero en el año 1939, un capitán inglés encontró un mármol con su nombre escrito en unas ruinas del puerto de Cesarea Marítima. A partir de entonces su existencia quedó comprobada, la Biblia no mentía. La Biblia no, pero él sí. Cobarde, mentiroso, indiferente, se lavó sus manos ignorando que las manchaba para toda la eternidad. Podríamos agregar al discípulo anónimo que huyó en el huerto, a Malco, quien presenció de primera mano el amor del Galileo en medio de su peor crisis, a María, al centurión que le lanceó… a vos… a mí. Cada uno de nosotros guarda en los compartimentos de su corazón alguno sino cada uno de estos personajes. A todos los amó Jesús. Te ama a ti y a mí. Si ese amor no logra cautivarte eres el ser más digno de conmiseración del universo.
Pensamiento del día: Sólo cuando seas cautivado por Su amor sabrás lo que es la verdadera libertad de vivir.