Una joven se sentó en un autobús.
En la siguiente parada, una anciana fuerte y gruñona vino y se sentó junto a ella. Se apretó en el asiento y la golpeó con sus numerosas bolsas. La persona sentada al otro lado de la jovencita se molestó, le preguntó por qué no habló o por qué no dijo algo.
La joven respondió con una sonrisa: «No es necesario ser grosero o discutir sobre algo tan insignificante, el viaje juntos es tan corto… Bajaré en la próxima parada.»
Esta respuesta merece ser escrita en letras de oro: «No es necesario discutir sobre algo tan insignificante, nuestro viaje juntos es tan corto»… Si cada uno de nosotros comprendiera que nuestro tiempo aquí es tan corto; que oscurecerlo con peleas, argumentos inútiles, no perdonar a los demás, el descontento y una actitud de averiguación sería una pérdida de tiempo y energía… ¿Alguien rompió tu corazón?
Tranquilízate, el viaje es muy corto. ¿Alguien te traicionó, intimidó, engañó o humilló? Tranquilízate, perdona, el viaje es muy corto. Cualesquiera que sean los problemas que alguien nos traiga, recordemos que nuestro viaje juntos es corto. Nadie sabe la duración de este viaje.
Nadie sabe cuándo llegará su parada. Nuestro viaje juntos es muy corto. Vamos a apreciar a amigos y familiares. Seamos respetuosos, amables y perdonémonos el uno al otro.
Seamos llenos de gratitud y alegría. Si alguna vez te han lastimado, acepta el perdón, mil veces perdón. Si alguna vez has herido a alguien, pide perdón. Después de todo, nuestro viaje juntos es muy corto. Es que la felicidad no es un destino al que llegaremos sino el vehículo en el cual escojamos viajar.
Ser feliz depende pura y exclusivamente de uno mismo. ¡Basta de echarles la culpa a los demás por los enojos tuyos! La ofensa es un regalo que tú decides aceptar o rechazar. ¡Escoge rechazarla! No puedes controlar lo que suceda dentro del corazón del otro, pero sí lo que suceda en tu corazón. Mantenlo a resguardo, porque dice la Biblia que de él mana la vida.
Pensamiento del día:
La grandeza de una persona es equivalente al tamaño de aquello que lo enoja o le hace perder el control.