Cierto día, un profesor entró en el aula y dijo a los estudiantes: «Prepárense para una prueba relámpago».
Todos se ubicaron en sus asientos aguardando asustados el examen. El profesor fue entregando las pruebas con el texto hacia abajo. Después que todos recibieron la prueba pidió que voltearan la hoja.
Para sorpresa de todos, no había ninguna pregunta o escrito. Sólo un punto negro en el centro de la hoja. El profesor viendo la expresión de sorpresa de los estudiantes les dijo: «Ahora ustedes van a escribir un comentario sobre lo que están viendo en esa hoja».
Todos los estudiantes confundidos comenzaron entonces la terrible e inexplicable tarea. Terminado el tiempo, el profesor recogió las hojas, se puso al frente de la clase y comenzó a leer las redacciones una a una en voz alta. Todas sin excepción, definían el punto negro intentando dar explicaciones por su presencia en el centro de la hoja. Terminada la lectura el profesor comenzó a explicar: «Nadie en el aula ha hablado de la hoja en blanco. Todos centraron su atención en el punto negro».
Eso acontece en nuestras vidas. Tenemos una hoja en blanco entera para observar y aprovechar, pero siempre nos centramos en los puntos negros.
La vida es un regalo que Dios nos dio con mucho amor y cuidado. Siempre tenemos motivos para celebrar: Nuestra propia vida, los amigos que nos apoyan, las oportunidades que se presentan cada día, la familia que siempre se hace presente, el trabajo que nos da sustento, los milagros que presenciamos cada día…
Sin embargo, insistimos en fijarnos sólo en las manchas negras: La situación del País. La salud que se deteriora. La falta de dinero. La relación difícil. La decepción con un amigo y familia. Las malas noticias…
Esto va de lo general a lo particular. De lo social a lo personal. Así juzgamos los puntos negros en los demás y pasamos por alto sus necesidades afectivas y existenciales, ¿verdad?
Qué paz y seguridad nos trae el conocer a Jesús. Aquel que siendo perfecto cargó en su cuerpo y voluntariamente todos nuestros puntos negros para darnos su blancura y su perfección. ¿Lo puedes ver?… ¿Lo puedes creer? Allí comenzarás a vivir de verdad.
Pensamiento del día:
El que solo ve defectos es ciego.