Dicen que existió una tribu en el norte de América que era invencible.

Ninguna otra tribu podía contra ella. Un día un investigador quiso averiguar el secreto de estos hombres y decidió vivir un tiempo entre ellos para entender sus costumbres. Allí descubrió un ritual ancestral. Se entrenaba a los varones desde niños en las destrezas del arco, la flecha y la pelea de manera disciplinada hasta los 11 años, edad en la que debían demostrar su valentía.

Cuando un niño alcanzaba esa edad, era llevado solo al bosque. Le vendaban sus ojos y así lo abandonaban a los peligros de la naturaleza durante toda la noche.

Luego al amanecer lo regresaban a la tribu hecho “hombre y guerrero”. Este investigador participó en uno de dichos rituales y entendió el secreto de la valentía.

Lo cierto era que mientras el niño enfrentaba los miedos y los peligros de la noche asustado y solitario sin poder ver, su padre vigilaba desde un árbol alto con arco y flecha que nada le ocurriese.

Cuando se le quitaba la venda, no solo el principiante valiente se sentía con más coraje, sino que descubría la sombra de su padre que había estado velando junto con él toda la noche, sin saberlo.

Nada más parecido a lo que Jesús hace con tu vida y la mía. Nunca nos deja solos, aunque a veces ni siquiera podamos sentir su presencia.

Él tiene cuidado de nuestras vidas, de nuestras circunstancias y de nuestros desafíos de todos los días. Nuestra débil percepción y conocimiento de Dios no nos permite ver Su presencia en medio de nuestros miedos y preocupaciones. Es así que nos cargamos de ansiedades.

A veces la ansiedad termina siendo un trastorno que nos encarcela y del cual no podemos salir. Nos preocupamos por todo. Nos llenamos de temores y limitamos nuestra experiencia por dicha inseguridad.

Pero si cambiamos nuestra perspectiva y descubrimos que Él está en todo momento, entonces nuestros ojos podrán ver otra dimensión del miedo y de la preocupación.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

No estamos solos, sino que podemos echar sobre Él nuestra carga porque SIEMPRE tiene cuidado de nosotros.
El coraje es hacer lo que te da miedo.

No puede haber coraje a no ser que estés asustado.