Es sabido por todos los que hemos aprendido a conducir un vehículo, que cuando viajamos en el asiento del acompañante, sea en el auto propio o ajeno, viajamos nerviosos. (Más nerviosos en el propio auto, obvio).
Parecería que el hecho de saber qué hacer en cada situación, el hecho de conocer los peligros potenciales que se puedan presentar y el hecho de haber vivido circunstancias que demandaron una dosis extra de adrenalina, se nos presenta como un obstáculo al momento de “confiar en las decisiones del otro”.
En resumen, es mucho más fácil conducir uno mismo que permitir que sea otro quien tenga el control. La experiencia obtenida a través de kilómetros y kilómetros de carretera es buena al momento de enseñar y guiar a otro, pero puede ser muy mala si no estoy dispuesto a delegar.
En la vida, se da la misma situación. Habrás oído decir que es mucho más difícil ser segundo que primero en cualquier escala o rango de actividades. A cualquiera le gusta decidir y tomar decisiones, pero aceptar, ceder, obedecer y renunciar a ideas propias… ¡Eso sí es cosa para maduros!!! Cuando Jesús te sale al cruce en la carreta de tu vida y detiene tu andar, te invita gentilmente a acomodarte en el asiento del acompañante y permitir que sea Él quien maneje tu vida de ahí en adelante.
Si no estás dispuesto a morir cada día a tus innatos deseos de tener el control, el viaje va a ser muchas cosas, menos placentero. Te lo puedo asegurar.
Justamente eso es lo que el mismo Jesús llama: Morir cada día, llevar tu cruz, negarse a uno mismo.
Es un proceso lento, y si eres del club al cual también yo pertenezco: “Los Duros de Cerviz”, tendrás que sufrir accidentes varias veces hasta aprender.
Es un paso de fe, lo sé. También Dios lo sabe. Y justamente por eso te lo demanda, para que ejercites las fibras de tu espíritu y madures en tu confianza en Él. Dios sabe hacerlo, tranquilo. Tiene mucha más experiencia que vos en la carretera de la vida.
Pensamiento del día:
Es mucho más difícil ser segundo que primero, en cualquier escala o rango de actividad.