Históricamente la palabra razón, estuvo separada de la emoción.

Ser racional o inteligente se asociaba solamente con algunos pocos dotados que podían dar cuenta de su coeficiente intelectual, su pensamiento lógico y analítico. Mientras tanto, la vida emocional quedaba detrás del telón sin considerarse como una inteligencia más.

El manejo de la ira, la capacidad de sobreponerse a las crisis, el humor, la tristeza y toda la gama de emociones parecían intoxicar la idea de ser inteligentes.

En la actualidad, el cambio de paradigma nos favorece y se ajusta con lo que la Biblia ya había dicho desde años. La vida emocional es inseparable de la razón, porque nos constituye y determina en las personas que somos, entre otros factores que también intervienen.

Es por eso que conocer y explorar nuestra vida emocional nos permite desarrollar y desplegar inteligencia para la vida. Hoy quiero invitarte a pensar en algunas consideraciones prácticas para que puedas crecer en este aspecto: Saber comunicar tus necesidades y aprender a escuchar a otros.

Aunque pareciese natural hablar y escuchar, no es tan simple. Implica una organización interna, capacidad de tolerar y empatía. Poder retirarnos a tiempo de una situación o relación que no es buena para nosotros. Se asocia con la idea de auto preservarnos.

Cuando estamos atrapados en contextos nocivos para nuestra libertad y autonomía, es sano salir a tiempo y no quedar apegados al dolor. Controlar la ira. Sabemos que el enojo no necesariamente es malo, sino que forma parte de nuestra condición humana, pero dar rienda suelta a la ira y a la agresividad no es propio de una persona inteligente. Sentido del humor.

Muchas circunstancias difíciles pueden superarse con una mirada optimista de la vida. Por último, Ser abiertos a los señalamientos que otros nos hacen, tener la capacidad de auto reflexión es importante y mueve nuestras limitaciones hacia un mayor despliegue.

 

Las personas inteligentes estudian en la universidad de la vida.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

Atropellas tu razón si no cuidas tu emoción.