Muchas de las últimas películas de ficción preferidas, guardan un estilo futurista.
Juegan con la fantasía de un mundo que quedará en pie luego de este presente que vivimos. En esos futuros, se salvarán solo algunos y algunas con poderes especiales o elegidos para rescatar lo poco que quede en pie.
Los juegos del hambre, Correr o morir o Divergentes, fueron pensados por sus guionistas con estas características. Cuando leo este texto que manifiesta el deseo del corazón del apóstol Pablo, pienso en dos dimensiones: Una futura y otra presente. Parece que el apóstol está queriendo decirnos algo en el presente, pero con la mirada hacia el futuro. Pero no como guion de película sino como una obra real que Dios hace en nosotros ahora y que continuará para la posteridad.
¿Qué cosas queremos dejarles a quienes nos suceden?… A veces el mayor interés reside en dejarles un buen estudio, un buen ejemplo para la vida o en otros casos, herencias o seguridad económica. Esto, no necesariamente está mal, sino que da cuenta del amor y del cuidado hacia quienes quedarán después de nosotros. Pero las dimensiones de este texto hablan de Las riquezas de la Gracia de Dios y Su bondad.
Dejar huellas de ese trabajo divino en nosotros es la mejor herencia para las generaciones que vienen. Si hay algo que puede seguir salvando al mundo es la obra de Jesús en la vida. ¿Puede tu testimonio dar cuenta de esta obra?
Si así lo es, decláralo con tus acciones y tus aspiraciones futuras. Que sea la Gracia y la bondad de Dios tu mayor tesoro en este presente porque entonces, será evidencia en los siglos venideros.
PENSAMIENTO DEL DÍA:
“Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto y corrompido, escribe cosas dignas de leerse, o haz cosas dignas de escribirse.” Benjamín Franklin