Lee atentamente este extracto de una lista de lamentos escritos por el profeta Jeremías, y dime si no te identificas con algunas de sus palabras:

“Yo soy aquel que ha sufrido la aflicción bajo la vara de su ira. Ando en las tinieblas; me he apartado de la luz. Una y otra vez, y a todas horas, todo se ha vuelto contra mí.

Se me ha marchitado la carne y la piel; se me han quebrantado los huesos. Me rodea un cerco de amargura y tribulaciones. Vivo en las tinieblas, como los que hace tiempo murieron.

Me siento encerrado, no puedo escapar; siento como pesadas cadenas. Por más que grito y pido ayuda, parece que Dios se niega a escuchar mi oración. Ha sembrado de piedras mi camino; ha torcido mis senderos…Tengo partido el corazón con las flechas de su aljaba. Soy la burla de toda la gente; todo el día me cantan refranes.

Me he llenado de amargura, me he saturado de hiel. Me he estrellado contra el suelo una y otra vez; me ha hecho morder el polvo. Perdí la paz; ya no recuerdo lo que es la dicha. Y digo: «La vida se me acaba, junto con mi esperanza en el SEÑOR.» Recuerda que ando errante y afligido, que me embargan la hiel y la amargura. Siempre tengo esto presente, y por eso me deprimo.”

Ahora lee la reflexión final a la que llegó este mismo profeta, al que algunos que se la dan de “duros” le han llamado el profeta llorón, considérala y aplícala.

No le agrego nada más. Te dejo a solas con Dios, con Dios y con sus promesas que secan toda lágrima:
“Pero algo más me viene a la memoria, lo cual me llena de esperanza: El gran amor del SEÑOR nunca se acaba y su compasión jamás se agota.

Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad! Por tanto, digo: «El SEÑOR es todo lo que tengo. ¡En Él esperaré!» Bueno es el SEÑOR con quienes en Él confían, con todos los que lo buscan. Bueno es esperar calladamente hasta que el SEÑOR venga a salvarnos”.

Pensamiento del día:

Llora todo lo que necesites llorar, siempre y cuando Dios sea tu único pañuelo.