Todos tenemos nuestros puntos débiles. Nuestras áreas más vulnerables. ¿Cómo definirlas?
Creo que es como un fuerte apetito por algo en especial. Uso esta palabra: “apetito”, porque forma parte del lenguaje bíblico al referirse a dicho tema. “No satisfagáis los deseos de la carne”, advierte el apóstol Pablo. También él tenía ese aguijón en su sistema carnal que, cual enviado del mismo infierno, lo molestaba a bofetadas vez tras vez. Tuvo que aprender que justamente esa debilidad innata en él era la ocasión para que se manifieste el poder de Dios.
Es como si fuéramos intolerante a la lactosa y, para el colmo, muy golosos. Entonces nos detenemos en una heladería solo para sucumbir bajo la tentación y acabar internados después de probar el helado prohibido. Mi natural intolerancia y mi indisciplina al abstenerme fue la conjunción ideal.
Si sabes que te derrites ante un helado no pases por la heladería. Ni siquiera la mires desde la vereda de enfrente. ¡Ni pienses en ella! Otro apóstol de nombre Santiago lo expresó muy bien en su magistral epístola al describir tal proceso comparándolo con el pez que es atraído y seducido.
Aquí se agrega otro ingrediente más a esta tríada fatal: “El engaño del pecado”. Tenemos entonces: Mi punto débil que me empuja, (en unos es la lujuria, en otros la mentira, en otros explosiones de ira, en otros la codicia), el engaño del pecado que siempre me seduce como la carnada al pez y, en tercer lugar, ese deseo desenfrenado mencionado en la Biblia como concupiscencia, o tendencia a lo prohibido. ¡Lindo trío! ¿No? ¡Miserable de mí!, exclamó Pablo, ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?
Hasta que seamos redimidos y liberados de este cuerpo mortal y revestidos del nuevo, tomemos la firme decisión de no permitirnos el lujo o el riesgo de pasar ni de cerquita de esas cosas que nos cautivan. ¿Cuál es tu punto débil? ¿Ya lo tienes identificado?… Pues deberías. Nunca ganarás la batalla si no sabes contra quién peleas. Y entonces: ¡A abstenerse de toda especie de mal! No pases ni cerca de heladería si no quieres acabar siendo tú el derretido.
Pensamiento del día:
Débil es quien se cree fuerte, y fuerte el que se sabe débil.