Demóstenes, el más grande orador de toda la historia, dijo: “No hay nada más fácil que engañarse a uno mismo, porque todo lo que el hombre desea eso también es lo que cree que es cierto”. Buscar oportuno consejo es una de las decisiones más sabias de la vida. Te evita problemas, te ahorra dinero y te hace ganar tiempo más de una vez.

Mayormente somos renuentes a esta saludable práctica por algunos motivos muy personales. El orgullo dice: “Presente”, cuando de pedir consejo se trata. “No necesito que nadie me diga lo que tengo que hacer. Yo me las arreglo solito”… Nunca he conocido a una persona que no sea propensa a engañarse, y el autoengaño más grande de todos es pensar que nosotros no somos susceptibles a él. Mi “propia opinión”, (frase bíblica) es como una venda que cubre mis ojos.

Todos me dicen que voy caminando hacia un pozo, pero no veo el riesgo hasta que ya me encuentro dentro de él y es demasiado tarde. De ahí la advertencia del Señor: “No te creas sabio en tu propia opinión”.

El pecado afectó no solo el cuerpo, el alma y el espíritu del humano, sino también afectó su mente, su capacidad de pensar, evaluar y decidir. De ahí que no debemos confiar solo en nuestro criterio de las cosas, pues puede que se encuentre desenfocado o condicionado por juicios preconcebidos.

Es imposible cambiar una mente que ya ha tomado su propia decisión. Es entonces cuando dejamos de pedir consejo y solo recogemos “opiniones” (que es muy diferente). No pedimos consejo porque en el fondo no lo queremos. Muchas personas no quieren consejo, quieren permiso, porque ya han decidido lo que quieren y solo buscan apoyo para sus decisiones.

Recuerda: En la multitud de consejos está la sabiduría. (No seas necio)

Pensamiento del día:

“No hay nada más fácil que engañarse a uno mismo, porque todo lo que el hombre desea eso también es lo que cree que es cierto”. (Demóstenes)