Se corre un sutil riesgo de convencerme de que sigo al Señor cuando en realidad mi meta es servirle pero llevándole a Él a donde yo quiero.

Sirviéndole a Él pero a mi manera, poniendo a su servicio mis dones pero donde yo escoja. “Así no”, dijo Jesús. “Si alguien desea servirme de corazón debe estar dispuesto a RENUNCIAR a sus deseos y derechos y seguirme a la voluntad de Dios que Él en su soberanía decida”. La verdadera realización en la vida no consiste en que yo cumpla las metas que me puse para Dios sino en cumplir las metas que Él se puso para mí, que es muy diferente. San Juan 12:26-36 grafica esta lección con claridad meridiana.

En el verso 23 y 32 Él comienza a anunciar su muerte. Este hecho no encajaba en las mentes de sus emocionados discípulos que esperaban con ansias el reino mesiánico. En las instancias previas habían sido testigos de la magnífica entrada triunfal, señal de éxito inminente, (12-15).

Pero Jesús les habla de la necesidad de morir como un grano de trigo, (24). El estilo de vida que ha caracterizado desde siempre al ser humano se resume en una sola frase: “Sálvame de esta hora.” (25 y 27 b.) Pero así no funciona, les dice el Maestro. “El que quiera ser de mi equipo abandone pretensiones personales y vida fácil. Les espera amargura de alma (27 a.) También les espera un suculento premio de parte de mi Padre: “Mi Padre le honrará” (26), pero eso déjenlo en Sus manos. ¿Piensan que para mí es fácil haber llegado a esta hora de turbación? (27). Yo podría pedirle a mi Padre que me libre, pero desde el momento que decidí cumplir SU VOLUNTAD mis deseos quedaron condicionados a Sus deseos.

Desde entonces mis metas son sus metas, aunque me cueste la muerte misma.” (Paráfrasis del autor). Servir a Dios es una oportunidad que dura poco (35-36). Que tus prejuicios, temores, vida fácil y orgullo no sean un obstáculo para seguirle y te sorprenda la noche de la soledad y la frustración. Sólo perdiendo tu vida la hallarás.
Pensamiento del día: Si el sacrificio nunca figura en mis planes quedaré solo.