En la cumbre de una montaña, tres árboles conversaban sobre sus sueños. El primer arbolito miró hacia las estrellas y dijo: «Yo quiero guardar tesoros”
El segundo arbolito dijo: «Yo quiero viajar a través de aguas temibles y llevar reyes poderosos sobre mí”.
El tercer arbolito dijo: “Yo quiero crecer tan alto que cuando la gente del pueblo se pare a mirarme, ellos levanten su mirada al cielo y piensen en Dios”.
Los años pasaron. Llovió, brilló el sol, y los pequeños árboles crecieron altos.
Un día, tres leñadores subieron a la cumbre de la montaña.
El primer árbol se emocionó cuando el leñador lo llevó a una carpintería. Pero el carpintero lo convirtió en una caja de alimento para animales de granja.
El segundo árbol sonrió cuando el leñador lo llevó cerca de un embarcadero, pero aquel árbol fuerte fue cortado y convertido a un simple bote de pesca.
El tercer árbol estaba confundido cuando el leñador lo cortó para hacer tablas fuertes y lo abandonó en un almacén de maderas.

Muchísimos días y noches pasaron. A los tres árboles ya casi se les habían olvidado sus sueños… Pero una noche, una joven puso a su hijo recién nacido en la caja de alimento. Y la mujer dijo: «Este pesebre es hermoso».
Aquel árbol supo que contenía el tesoro más grande del mundo…
Una tarde, un viajero cansado y sus amigos se subieron al viejo bote de pesca. Y de repente, el segundo árbol supo que llevaba navegando al Rey del Cielo y de la Tierra…

Un viernes en la mañana, el tercer árbol se llenó de temor cuando unos soldados clavaron las manos de un hombre en su madera, el tercer árbol supo que cada vez que la gente pensara en él, pensarían en Dios. Eso era mucho mejor que ser el árbol más alto del mundo.

La próxima vez que te sientas deprimido porque no conseguiste lo que tú querías, sólo siéntate firme, y sé feliz porque Dios está pensando en algo mejor para darte.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

Tu mejor plan para Dios nunca será comparable con el plan de Dios para ti.