¿A qué se refiere el texto en Juan 10:34?

Comencemos por dar lectura al pasaje bíblico que se encuentra en Juan 10:34, pero para entender el contexto es necesario leer todo el pasaje bíblico comprendido entre los versículos 22 al 39.

Juan 10:22-39 dice: «Celebrabase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno, y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón. Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuando nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi padre, ellas dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi padre. Yo y el padre uno somos. Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? Le respondieron los judíos, diciendo: por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios. Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), ¿al que el padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy? Si no hago las obras de mi padre, no me creáis. Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el padre está en mí, y yo en el padre. procuraron otra vez prenderle, pero él se escapó de sus manos»

De este extenso pasaje a nos interesa saber el significado de las palabras de Jesús cuando dijo: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? para saberlo, debemos reconocer que Jesús estaba en el templo de Jerusalén, por el pórtico de Salomón en el ida de la dedicación, que era una fiesta judía instituida en el año 165 AC por Judas Macabeo en conmemoración de la purificación y reapertura del templo, después de ser profanado por el gobernante de Siria Antíoco Epífanes en el año 169 AC.

Los judíos llaman a esta fiesta la fiesta de las luces o Hanukah y se celebraba en el solsticio de invierno, entre el 22 y el 25 de Diciembre. Los judíos estaban impacientes por escuchar de la boca de Jesús que él era el Cristo o el Mesías o el Hijo de Dios.

La impaciencia no era para rendirle honores, sino todo lo contrario, para tener un motivo para matarle, porque de antemano, la mente de los judíos ya había decidido acabar con la vida de Jesús. Solo esperaban la ocasión propicia.

Ante la pregunta de los judíos a Jesús sobre si él era el Cristo, la respuesta de Jesús fue en el sentido de reafirmar que él en realidad era el Cristo, pero que los judíos no le creían.

Las obras que Jesús estaba haciendo en el nombre de su padre eran sus cartas credenciales que certificaban que Jesús era el Cristo, el Ungido, el Mesías, el Hijo de Dios. Los judíos estaban cerrados a esta verdad porque los judíos nos eran del redil de Jesús.

Si los judíos hubieran sido del redil de Jesús, hubieran oído la voz de Jesús, quien es el pastor del rebaño.

Acto seguido Jesús deja un irrefutable testimonio en cuanto a la seguridad eterna de los que son suyos.

Este es uno de los tantos pasajes bíblicos donde queda demostrado que la salvación una vez otorgada a un creyente no se pierde jamás y que los creyentes genuinamente salvos no viven como quieren sino que viven como las ovejas que oyen la voz de su pastor Jesús.

En definitiva, lo que Jesús estaba diciendo es que él y el padre son uno. Uno en esencia, uno en poder, uno en atributos, etc. Esta fue una declaración contundente. Jesús es Dios al ser igual a Dios. El mensaje fue perfectamente entendido por los judíos pero no fue aceptado de ninguna manera. por esto es que tomaron piedras para apedrearle. Esta era la tercera vez que los judíos intentaban apedrear a Jesús bajo el cargo de blasfemia al hacerse igual a Dios. Jesús jamás negó ser igual a Dios, pero eso no era blasfemia de ninguna manera por cuanto Jesús es realmente Dios.

Antes de que los judíos arrojen las piedras, Jesús les recuerda que ha hecho muchas buenas obras y les pregunta por cuál de esas buenas obras le iban a apedrear. Totalmente ciegos por su incredulidad, los judíos reconocen que no van a apedrear a Jesús por las buenas obras que hacía, sino porque siendo hombre se hace Dios.

La incredulidad no permitía que los judíos reconozcan que las buenas obras que Jesús hacía, solamente podían ser hechas por Dios. Ante la acusación de blasfemia, Jesús se defiende, no solo afirmando que él es realmente Dios, lo cual es comprobado por las obras que hacía, sino que también echa mano de las Escrituras para demostrar que no estaba diciendo blasfemias cuando dijo que él es Dios.

La forma de demostrarlo es por demás interesante. Jesús citó un pasaje del salmo 82 que dice: «Dios está en la reunión de los dioses; en medio de los dioses juzga. ¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente, y aceptaréis las personas de los impíos? Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al necesitado; libradlo de la mano de los impíos. No saben, no entienden, andan en tinieblas; tiemblan todos los cimientos de la tierra. Yo dije: Vosotros sois dioses, y todos vosotros hijos del Altísimo; pero como hombres moriréis, y como cualquiera de los príncipes caeréis. Levántate, oh Dios, juzga la tierra; porque tú heredarás todas las naciones»

Esta es una fuerte reprensión de Jehová para los jueces de Israel. El salmo describe a Jehová juzgando a los jueces de Israel por sus obras injustas. pero note sin embargo, que Jehová dice que está en medio de una reunión de dioses y no solo eso, sino que también dice que los jueces son dioses e hijos del Altísimo.

Esta declaración de Dios no significa de ninguna manera que esos jueces de Israel eran divinos. Solo hace falta ver lo que estaban haciendo para concluir que más se parecían a Satanás que a Dios. Jehová mismo está afirmando que estos jueces, aunque considerados como dioses con de minúscula, sin embargo, por su impiedad están prontos a morir como hombres comunes y corrientes.

Lo que la declaración de Dios significa es que por cuanto esos jueces recibieron la palabra de Dios para juzgar eran considerados por Dios como dioses con de minúscula.

Ahora vayamos nuevamente al Nuevo Testamento. Allí teníamos a Jesús recordando a los judíos que las Escrituras afirman que los jueces de Israel fueron considerados por Dios como dioses con de minúscula por el solo hecho de haber recibido la palabra de Dios.

Cuánto más entonces tiene derecho Jesús de ser llamado Dios o Hijo de Dios por cuanto él no solo recibió la palabra de Dios para darla a otros, como los jueces de Israel, sino que él mismo es la palabra de Dios. El mismo fue santificado por su padre y enviado al mundo.

En otras palabras los mismos judíos usaban el término dioses, con de minúscula para referirse a hombres corruptos que eran meros voceros o jueces de Dios.

Cuanto más derecho tenía Jesús de llamarse Dios o Hijo de Dios por cuanto él es realmente Dios. Los judíos oyeron y entendieron muy bien el razonamiento de Jesús, pero como antes, decidieron no creer en él. por eso termina el pasaje bíblico señalando que procuraron prenderle otra vez. Solo que en esta vez Jesús se escapó de sus manos porque su hora todavía no había llegado.

Esto es en esencia, lo que significan las palabras de Jesús cuando dijo ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois?