Dice que el pastor de una iglesia cometió pecado de adulterio. Ese pastor ha confesado el pecado cometido y se ha apartado de ese pecado. Nos pregunta si este pastor puede seguir ejerciendo el oficio de pastor en esa iglesia local.

Lo que voy a decir lo hago con mucho temor y temblor, porque yo también soy pastor y además de eso, soy un ser humano con todo el potencial para cometer lo peor. En mi carne no mora el bien, como dijo el apóstol Pablo en Romanos 7:18. Confío en el poder de Dios por medio de su Espíritu para vivir en santidad mientras transcurra mi tiempo en este mundo. No tengo ninguna confianza en mi propia carne.

Para responder a su consulta es necesario remitirnos a los requisitos para ser obispo, pastor o anciano, tres términos sinónimos para designar a la misma persona.

Estos requisitos aparecen en 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:6-9.

Existen dos requisitos que tienen que ver con el caso citado por Usted. Procedo a leer el texto en Tito 1:6 donde dice: «el que fuere irreprensible, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía.»

El creyente que llega a ser pastor en una iglesia local, no llega a esa posición por simpatía de la congregación, expresada en una elección donde ha obtenido mayoría de votos. Tampoco llega a esa posición por su elocuencia o por su conocimiento bíblico, o por su ilustre abolengo, o por su poder económico. El creyente que llega a ser pastor en una iglesia local, llega a esa posición por tener el carácter apropiado para ser pastor. Es más cuestión de carácter que de habilidades innatas o adquiridas.

¿Cómo saber sin un creyente tiene el carácter apropiado para ser pastor? Para responder esta inquietud, la Biblia proporciona los requisitos del carácter de alguien que anhela ser pastor.

Uno de esos requisitos es que sea irreprensible. La palabra irreprensible, es la traducción de la palabra griega «anegletos» y significa todo lo opuesto de otra palabra griega, la palabra «egkaleo» que significa ser acusado, o tener algo en contra, o ser cuestionado.

Alguien ha dicho muy bien que una persona irreprensible o irreprochable, es aquel que no tiene por donde ser agarrado para ser acusado.

Pensemos ahora en un pastor que cede al impulso de su carne y siendo casado se acuesta con una mujer que no es su esposa. ¿Piensa Usted que una persona así, es irreprensible? ¿Piensa Usted que una persona así no tiene de donde ser agarrado para ser acusado? Usted tiene ya su respuesta.

Pero quizá Usted me dirá: Pero este pastor ha confesado su pecado y se ha apartado del mismo. Bueno, eso está muy bien, es necesario y útil para él, pero eso no quita de ninguna manera la mancha que dejó el pecado de adulterio en su vida.

Por tanto ese pastor ha dejado de cumplir con los requisitos de carácter para ser pastor. No debería seguir pastoreando una iglesia local. No digo que deja de ser creyente o que no puede hacer nada en el servicio al Señor. Podría hacer muchas cosas, pero no podría realizar el oficio de pastor.

Podría evangelizar, podría discipular, podría enseñar a los niños o a los jóvenes o a los adultos, etc. pero no podría o más bien no debería desempeñar el oficio de pastor. Ha dejado de cumplir con los requisitos de carácter.

Así es el pecado de adulterio. Puede ser perdonado por Dios, Dios limpiará la vida y la conciencia del que lo confiesa, pero nadie puede librar de las consecuencias.

En este caso es quedar descalificado para ocupar el oficio de pastor en una iglesia local. Además de irreprensible, los pastores deben ser maridos de una sola mujer. Esta frase, marido de una sola mujer, miás gunaikós anér, literalmente significa «de una mujer varón»

Esto no tiene que ver necesariamente con el estado civil del creyente. No está diciendo que para ser pastor necesita ser soltero o casado o viudo o divorciado. Lo que está diciendo es que el creyente que aspira a ser pastor o que ya es pastor debe ser puro moralmente y sexualmente.

Si un pastor puso sus ojos en otra mujer que no es su esposa, esto ya es suficientemente malo y condenable, pero es peor si este pastor cometió pecado de adulterio con esta mujer.

Desde todo punto de vista ha dejado de ser de una mujer varón. Puede ser que confiese y se aparte del pecado, pero nada ni nadie puede cambiar el hecho que ya ha estado con otra mujer. Por este motivo no debería seguir desempeñando el oficio de pastor. Ser pastor es asunto serio. El carácter del pastor debe cumplir con rigurosos requisitos establecidos en el Nuevo Testamento y cuando esto no se cumple, simplemente ese pastor debe dejar su oficio, o alguien debe decirle que lo deje.

El profesor de Epístolas Pastorales que yo tuve dijo una frase lapidaria. Los pastores tenemos un solo cartucho en la cartuchera. El momento que lo disparamos, estamos liquidados. Es hora de recuperar la dignidad del pastorado.