¿Viven en algún lugar, o con Dios, los grandes hombres de Dios del Antiguo y Nuevo Testamento? Digamos Abraham, Isaac, Moisés, David, Enoc, Isaías, los apóstoles, María la madre de Jesús y algunos santos que tiene la religión Católico Romana. ¿No será que estas personas están esperando la segunda venida de Jesucristo para pasar a vivir con Dios?
Permítame señalar antes de nada que cuando hablamos de santos para referirnos a personas, no estamos diciendo que existen personas que nunca pecan, ni que existen personas que han tenido poderes extraordinarios como para realizar todo tipo de milagros, peor aún que santos se refiere a miembros de alguna orden religiosa cualquiera que sea.
Santos somos todos aquellos que por fe hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador y de esa manera hemos sido apartados del mundo para Dios. Este es el concepto de un santo. Veamos la evidencia bíblica de lo que acabamos de afirmar.
Efesios 1:4 dice: «según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él»
Los que somos salvos por haber recibido a nuestro Señor Jesucristo como Salvador, habíamos sido previamente escogidos por el Padre en Cristo, antes que naciéramos, en realidad antes de la fundación del mundo, con el propósito de que seamos santos y sin mancha delante de Dios.
Por la sola fe en Cristo como Salvador, un hombre pecador como yo, soy hecho santo por Dios en Cristo Jesús y en esas condiciones estoy sin mancha delante de Dios.
En otras palabras todo aquel que ha recibido a Cristo como Salvador es santo delante de Dios, no importa si ya ha muerto o está vivo. Dicho esto, vayamos al grano con su consulta. Ud. nos pregunta si viven en algún lugar o con Dios los grandes hombres de Dios del Antiguo y Nuevo Testamento, como por ejemplo, Abraham, Isaac, Moisés, Enoc, Isaías, los apóstoles, María la madre de Jesús y los santos en general.
Asumiendo que todas estas personas y millones de otros como ellos, fueron salvos porque confiaron en Cristo como Salvador, sin importar si vivieron en el Antiguo Testamento o en el Nuevo Testamento, debemos declarar que estas personas están en alma y espíritu con Dios en el cielo.
Los cuerpos de estas personas, excepto los de Enoc y Elías, quienes no murieron sino que fueron trasladados al cielo, están sepultados y desintegrados en algún lugar en la tierra y están esperando el momento de la resurrección de los santos cuando esos cuerpos se levantarán de sus tumbas en un estado de glorificación.
Permítame citar dos pasajes bíblicos para corroborar lo que hemos dicho.
El primero se encuentra en Lucas 20:37-38 que dice: «Pero en cuanto a que los muertos han de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven»
Estas palabras de Jesús fueron dichas a algunos de los saduceos, los cuales negaban la resurrección de los muertos. Jesús reafirma que los muertos van a resucitar, no importa si han confiado o no en Cristo como Salvador. Los que han confiado en Cristo como Salvador resucitarán a vida eterna. Los que no han confiado en Cristo como Salvador resucitarán a vergüenza y confusión perpetua.
La resurrección de los muertos que confiaron en Cristo como Salvador fue enseñada por Moisés cuando al hablar de Jehová dijo que era el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. Tanto Abraham, como Isaac y Jacob habían muerto siglos antes que Moisés dijera estas palabras, lo cual demuestra que Abraham, Isaac y Jacob estaban vivos en algún lado que no era la tierra.
Jesús reafirmó esto cuando concluye su razonamiento afirmando que Dios no es Dios de muertos sino de vivos, pues para él todos viven. Un examen más detallado del testimonio bíblico mostrará que el lugar donde estaban viviendo Abraham, Isaac y Jacob era lo que la Biblia llama el seno de Abraham o el paraíso.
Cuando Cristo murió y resucitó, consumando su obra de redención, todos los muertos que en vida pusieron su confianza en Cristo, están ahora en el cielo con Dios.
Una pregunta, para aclarar la idea. ¿Cómo es que Abraham, Isaac y Jacob y otros como ellos confiaron en Cristo como su Salvador cuando Cristo todavía no había venido al mundo en la persona de Jesús?
Lo que pasa es que los santos de antes de la muerte y resurrección de Cristo, miraban con los ojos de la fe, hacia adelante en el tiempo, al momento cuando Cristo iba a ser sacrificado.
Todo lo que ellos hacían en obediencia a lo que Dios les había ordenado fue un acto de fe que apuntaba al instante supremo cuando el Cordero de Dios, Cristo Jesús se iba a ofrecer a sí mismo como sacrificio por el pecado. Los santos de después de la muerte y resurrección de Cristo, miraban con los ojos de la fe, hacia atrás en el tiempo, al momento cuando Cristo fue sacrificado por nuestros pecados.
En todo caso, tanto los santos del Antiguo Testamento como los santos del Nuevo Testamento somos salvos por fe en la perfecta obra de Cristo en la cruz del Calvario.
La segunda cita bíblica que me gustaría traer a colación en relación a este asunto se encuentra en 2ª Corintios 5:6-9 que dice: «Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables.»
El creyente de la actualidad, es decir su alma y espíritu pueden vivir en uno de dos lugares. En el cuerpo mientras está con vida en este mundo, o en el cielo cuando sale de este mundo. No existe lugar intermedio. No hay limbo ni purgatorio.
Por todo lo dicho los creyentes, desde el más renombrado hasta el más ignorado, no importa si vivió en el Antiguo o el Nuevo Testamento, vive en alma y espíritu en el cielo con Dios y algún día también su cuerpo que por ahora está en alguna tumba en la tierra resucitará.