La salvación es cuestión de fe, es cuestión de creer. La fe debe tener un objeto para producir el resultado que se busca. El objeto de la fe es la persona y obra de Jesucristo. La persona y obra de Jesucristo es la esencia misma del Evangelio.
La persona que se va a salvar necesita oír y entender el mensaje del Evangelio. De otra manera no puede haber salvación. Por eso es que Pablo y Silas, inmediatamente después de decir al carcelero de Filipos que para ser salvo sólo debe creer en Jesucristo, procedieron a predicarle el Evangelio.
Hechos 16:32 dice: “Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa.” De modo que, la salvación no es por obras, ni por fe más obras, sino única y exclusivamente por la fe. Así que Dios no acepta de ninguna manera, los sacrificios de los hombres, como ayunar, hacer vigilias, hacer peregrinaciones, etc., como motivo para otorgar la salvación.
Además, es necesario considerar lo que Dios tuvo que pagar para otorgar la salvación. Juan 3:16 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” La salvación es gratis para el pecador, pero a Dios le costó todo. Le costó entregar a su único y maravilloso Hijo, el Señor Jesucristo.
Ahora veámoslo desde la perspectiva del Hijo. La salvación es gratis para el pecador, pero al Hijo le costó todo. Le costó ofrendar su vida en sacrificio por el pecado. Instantes antes de entregar el espíritu, estando sobre la cruz de vergüenza, Jesucristo pronunció palabras memorables.
Se encuentran en Juan 19:30 donde dice: “Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.” La frase “consumado es” es la traducción de una sola palabra griega que se usaba en varios campos.
Se usaba en el mundo de los negocios para decir que una deuda estaba cancelada. La deuda por el pecado del pecador que cree en Cristo fue cancelada. Se usaba en el mundo de las artes para indicar que una obra de arte había sido terminada.
La obra maravillosa para poder salvar al pecador ha sido terminada. Se usaba en el mundo de la religión para indicar que un animal para el sacrificio cumplía con los requisitos para ser sacrificado. Jesucristo como el Cordero de Dios es el sacrificio perfecto por el pecado. Se usaba en el mundo de la industria, para decir que un trabajo estaba concluido.
Con la muerte de Cristo se terminó la obra para poder salvar al pecador. De modo que, si una persona recibe a Cristo como Salvador, es salva por la eternidad. No hace falta que haga ningún sacrificio por Dios para seguir siendo salva, porque la muerte de Cristo canceló la deuda del pecador. La muerte de Cristo es la última pincelada del cuadro maravilloso que se llama salvación del pecador.
El sacrificio de Cristo es perfecto y no necesita de ninguna mejora a través del sacrificio de los creyentes.