El gran problema en la iglesia donde pastores y líderes se hacen de la vista gorda ante los pecados de otros líderes radica en el desconocimiento de lo que el Nuevo Testamento enseña en cuanto a la manera como un creyente llega a una posición de liderazgo en la iglesia.

No son pocos los casos en los cuales los líderes en las iglesias son nombrados porque obtienen más votos en una elección democrática entre los miembros de la congregación, o porque, como ha dicho, tienen elocuencia, o porque levantan la voz en ese tono inconfundible de: Ay de aquel que se atreva a contradecirme, o porque tienen un poder económico superior al del resto, o porque han estado en la iglesia desde su fundación, o porque han estudiado en algún instituto o seminario bíblico, o porque tienen una determinada apariencia física. Pero nada de esto es lo que se debe tomar en cuenta a la hora de reconocer a un líder en una iglesia local.

El Nuevo Testamento establece con total claridad que los líderes en las iglesias locales llegan a esas posiciones por cumplir con cualidades de carácter. Note lo que dice 1 Timoteo 3:1-7 donde dice: “Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.”

Allí lo tiene. Si analiza cuidadosamente esta lista de requisitos para los líderes de una iglesia local, notará que todos esos requisitos tienen que ver con el carácter del hombre de Dios. Ni siquiera tienen que ver con los dones espirituales o con los talentos. Son exclusivamente cualidades de carácter.

De este conjunto de requisitos, me gustaría comentar brevemente sobre el primero. Un líder en una iglesia local debe ser irreprensible. Este adjetivo es la traducción del adjetivo griego “anepílemptos” que significa uno que no tiene de donde ser tomado, en el sentido que no tiene de qué ser acusado, uno que no da ningún motivo para ser censurado. Quizá el mejor sinónimo de esta cualidad es lo que llamamos buena reputación.

Los líderes en las iglesias locales deben tener una buena reputación. Alguien que no tiene buena reputación no cumple con los requisitos para ser un líder en una iglesia local. Y si siendo un líder no cumple con este requisito debería dar un paso al costado y dejar el liderazgo.