Vamos a dar lectura al texto bíblico que es materia de su consulta. Se trata de segundo mandamiento del decálogo.
Éxodo 20:4-6 donde dice: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.”
Muy bien, el primer mandamiento del decálogo prohíbe la idolatría, o la adoración de cualquier otra cosa que no sea el único Dios verdadero.
El segundo mandamiento del decálogo prohíbe la adoración al único Dios verdadero, por medio de imágenes de cualquier tipo. Tan pecado es adorar a un ídolo como adorar al único y verdadero Dios a través de imágenes. La única adoración que acepta Dios, es aquella que se hace en espíritu y en verdad.
Juan 4:23 dice: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.”
Dicho esto, en el segundo mandamiento encontramos una característica de Dios que no estamos muy dispuestos a aceptar. Nos gusta pensar en el amor de Dios, en la gracia de Dios, en la misericordia de Dios, en la protección de Dios y cosas por el estilo, pero no nos agrada pensar en la ira de Dios, en el celo de Dios, en el castigo de Dios.
El segundo mandamiento dice que Jehová es fuerte. No tiene sentido embarcarnos en una lucha de poder contra Jehová. Vamos a salir perdiendo. También dice el segundo mandamiento que Jehová es celoso. No tiene sentido provocarlo a celos por medio de adorar a otro dios con “d” minúscula, o de adorarlo a él mismo por medio de imágenes. Por cuanto Jehová es fuerte y celoso, entonces con justa razón plantea una severa consecuencia para los que le adoran por medio de cualquier imagen. La consecuencia es que Jehová visita la maldad de los padres sobre los hijos.
¿Qué significa esto? Pues significa que Dios castigará al que le adora por medio de imágenes. Pero las consecuencias de ese castigo la sufrirán también sus descendientes. Ahora ¿por qué hasta la tercera y cuarta generación? ¿Por qué no hasta la quinta y más generaciones?
Bueno hay dos motivos para esto. Primero, para ilustrar la misericordia de Dios. En su misericordia Dios está poniendo límites al efecto devastador del pecado de los padres.
Segundo, la tercera y cuarta generación, significa los nietos y bisnietos de una persona. Si el culpable del juicio de Dios vive lo suficiente, es probable que vea hasta la tercera y cuarta generación de su descendencia, y con profundo dolor en su corazón contemplará el efecto catastrófico que tendrá en ellos el pecado que él como antecesor cometió. Tal vez verá a sus nietos y a sus bisnietos haciendo lo mismo que él hizo y consecuentemente, sufriendo el castigo por el pecado que él también en su oportunidad sufrió. Es la cara oculta del pecado que normalmente no se la ve sino cuando es demasiado tarde para evitarlo.