“Tú pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.” 2ª Timoteo 2:1
Los cristianos reconocemos que somos salvos por gracia solamente, totalmente apartados de cualquier esfuerzo o habilidad propia.
Sin embargo, muchos cristianos erróneamente piensan que a partir de que son salvos es responsabilidad suya vivir la vida cristiana. Piensan que pueden, de alguna manera, ser santificados por su propio esfuerzo o habilidad. Así que viven luchando para ser «buenos cristianos» y no se dan cuenta de que no pueden vivir la vida cristiana apartados de la gracia de Dios, así como tampoco pudieron salvarse sin esa gracia.
La palabra gracia ‒que nos llega desde el griego y se traduce como don o regalo en la Biblia‒ es la gran palabra inclusiva del Nuevo Testamento que nos dejó Jesús después de morir.
Los manuscritos, originales en los tiempos de los escritores sagrados, presentan esta gracia como un hecho, una realidad. Algunos traductores han antepuesto la palabra “sea”, y así hoy leemos en muchos versículos: la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros, cuando en realidad se debería leer: “la gracia con vosotros”.
El regalo ya es nuestro. No debemos pedirle a Dios de su gracia, es incongruente con la declaración de Él mismo en su Palabra. “La gracia ES con vosotros”, contigo y conmigo. ¿Por qué será, entonces, que vivimos mendigando atención, cuidado y fortaleza del Padre, cuando todo eso ya lo tenemos en el combo completo cuando recibimos al Hijo?
Cuando tú siembras una semilla no sales luego en busca de vida para inyectarle a esa semilla, la vida viene con la semilla.
Cuando tú y yo oímos la Palabra implantada en nuestros corazones y cuando recibimos al Señor Jesús recibimos su vida resucitada de poder. Poder para vivir, para vivir esa clase de vida por la cual luchamos, añoramos, oramos y gemimos. Reclama cada día esa sobredosis de gracia que está disponible para ti. Encara el día sabiendo que ya es tuya; reclámala, disfrútala, está esperando por ti.
Bájate de tu legalismo, de tu esfuerzo en la carne. Dijo el apóstol Pablo, escribiendo a su hijo espiritual Timoteo: Esfuérzate, sí, pero en la gracia que es en Cristo Jesús. Verás como tu lucha por la santidad y el servicio se transforma en una victoria. Porque somos más que vencedores… ¡en Cristo!
Pensamiento del día:
Es bueno desear su gracia, pero es malo vivir ignorando que ya es nuestra.