Cuenta una simpática historia ficticia, que el inventor del guante de cuero le dijo a su promisorio invento: “Mira mi guante, voy a decirte siete cosas. Solamente siete cosas que nunca debes olvidar:
1. Nunca pienses que la labor realizada y su éxito depende de ti. No, más bien depende de quién está ocupando tu interior.
2. Nunca te alejes de tu dueño. Al momento en que dejes de ser usado por querer actuar solo, tu cuero se irá resecando poco a poco. Te tornarás duro, cada vez más duro. Entonces, aunque quieras ser usado, ya no se podrá.
3. Nunca ofrezcas tus servicios a dos manos, solo entra una, no más. Es una o la otra, pero no puedes servir a dos señores. Si quieres que tu verdadero dueño te use nunca estés ocupado de nada. Vacíate de todo constantemente.
4. No pretendas decirle tú a la mano lo que ella debe hacer. Solo sométete a su voluntad. Confía en la destreza y en la sabiduría de tu dueño. Él sabe lo que hace contigo.
5. En sus manos serás capaz de alzar mucho peso, de hacer verdaderas proezas. Pero nunca olvides que la fuerza es de él, no tuya. Tampoco cometas el error de pedirle a él más fuerzas, porque no son tuyas, son de él. ¡Y son inagotables!
6. Habrá varias tareas que no podrás realizar, simplemente porque no eres el guante apropiado. Otros guantes también son diseñados para otra clase de tareas. Tú concéntrate en las tareas para las cuales fuiste creado. No te pongas celoso o envidioso.
7. Permite que los aplausos se los lleve el que te usó. No tú. A su tiempo, tendrás tu recompensa.
A buen entendedor… Pocas palabras, ¿verdad? Deja que Dios te use. Solo entonces serás útil… ¡EN SUS MANOS!
Pensamiento del día:
Hasta que no nos vaciemos de nosotros mismos nunca lograremos ser llenos de Él.