El tema que ha planteado, especialmente en su primera parte, ha sido motivo de mucha polémica entre muchos intérpretes bíblicos. Hasta donde yo conozco las Escrituras, he llegado a la conclusión que un genuino creyente no puede llegar a ser poseído de demonios. El razonamiento que me ha llevado a tener esta convicción se fundamenta en la razón y en el testimonio bíblico. En cuanto a la razón, por los que dice la palabra de Dios, todo genuino creyente es templo del Espíritu Santo, por tanto, los creyentes no nos pertenecemos a nosotros mismos sino a Dios, quien ha hecho morar al Espíritu Santo en nosotros. Dios pagó un elevado precio para comprarnos. El precio fue la vida de su Hijo unigénito, quien murió en la cruz del Calvario. Siendo este el caso, es imposible que un genuino creyente pueda ser poseído de demonios porque simple y llanamente el cuerpo del creyente genuino no puede ser a la vez templo donde mora el Espíritu Santo y templo donde moran los demonios. La razón me hace desechar el hecho que un genuino creyente pueda ser poseído de demonios. Pero también está el testimonio directo de las Escrituras. Para esto, quisiera leer el texto que se encuentra en 1 Juan 5:18. La Biblia dice: Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.
Por el hecho que un genuino creyente pertenece a Dios o es propiedad de Dios goza de la protección de Dios. En estas condiciones, el maligno o el diablo no puede tocar al creyente genuino. De manera que, tanto por la razón como por el testimonio de las Escrituras, es mi convicción que un genuino creyente no puede jamás ser poseído de demonios. Este texto bíblico, en 1 Juan 5:18 nos sirve también para contestar la segunda parte de su consulta. Un genuino creyente es propiedad de Dios y está protegido por Dios. En estas condiciones, el genuino creyente no puede quedar a merced de los brujos que intentan dañar con sus hechizos o encantamientos o maléficos. Los brujos, con todas sus artes mágicas, no son más poderosos que Dios Omnipotente como para poder burlar las defensas que Él ha colocado alrededor del creyente genuino. Obviamente, Satanás y sus demonios hacen todo lo posible para causar daño a los creyentes, pero no pueden hacer nada, a menos que Dios en su soberanía lo permita, como sucedió en el caso de Job. Además, Dios mismo ha diseñado una armadura espiritual para que el creyente la use y de esa manera pueda resistir al maligno. Efesios 6:13-18 dice: Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;