Para explicar este asunto es necesario leer Ezequiel 20: 21-26 donde dice: Mas los hijos se rebelaron contra mí; no anduvieron en mis estatutos, ni guardaron mis decretos para ponerlos por obra, por los cuales el hombre que los cumpliere vivirá; profanaron mis días de reposo. Dije entonces que derramaría mi ira sobre ellos, para cumplir mi enojo en ellos en el desierto. Mas retraje mi mano a causa de mi nombre, para que no se infamase a la vista de las naciones ante cuyos ojos los había sacado. También les alcé yo mi mano en el desierto, jurando que los esparciría entre las naciones, y que los dispersaría por las tierras porque no pusieron por obra mis decretos, sino que desecharon mis estatutos y profanaron mis días de reposo, y tras los ídolos de sus padres se les fueron los ojos. Por eso yo también les di estatutos que no eran buenos, y decretos por los cuales no podrían vivir. Y los contaminé en sus ofrendas cuando hacían pasar por el fuego a todo primogénito, para desolarlos y hacerles saber que yo soy Jehová.
Dios está confrontando a la nación de Israel con su pecado de desobediencia. Sólo para no dar motivo a las naciones del mundo para que difamen a Jehová y a su pueblo, Jehová no acabó con su pueblo en el desierto, sin embargo, el pueblo jamás se arrepintió de su mal camino y continuaron en desobediencia y siguieron el mal ejemplo de la idolatría que recibieron de sus padres. Jehová por tanto juró que los esparciría entre las naciones. Es a raíz de esto que Jehová dice que dio a su pueblo estatutos que no eran buenos y decretos por los cuales no podrían vivir. Esto puede tener dos explicaciones. Puede ser una referencia a que Jehová se vio obligado a ejecutar el castigo que él mismo estableció en el pacto palestino, lo cual significaba dolor, angustia y muerte para el pueblo, o puede significar que Jehová mismo entregó a su pueblo a vivir en la impiedad, como castigo por su pecado. Una forma de decir: Si tanto desean vivir en pecado, pues yo hago una entrega judicial a que vivan en el fango del pecado. De esto nos habla Romanos 1:24-27 donde dice: Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpo ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.
En su estado de ceguera espiritual, el pueblo de Israel se desvió tanto que inclusive pensaban que estaban haciendo bien al sacrificar a sus hijos primogénitos en el fuego. De modo que, Dios es perfecto, santo y puro, cuando en Ezequiel 20:25 se habla de que dio estatutos que no eran buenos, y decretos por los cuales no podrían vivir, se está refiriendo a poner en práctica el castigo que él mismo había establecido de antemano si es que el pueblo desobedecía y también a la entrega judicial a una vida de impiedad, que él mismo efectuó en contra de su pueblo por el reiterado deseo de su pueblo de rebelarse contra él.