La respuesta a esta pregunta depende de qué es lo que se entiende cuando se habla de estar bajo el dominio de los demonios. Si se entiende esto en el sentido de posesión demoníaca, entonces la respuesta es negativa. Posesión demoníaca es un estado en el cual una persona es controlada total y absolutamente por Satanás o sus demonios al punto de anular su propia voluntad. Un verdadero creyente jamás puede estar poseído de demonios, por dos razones contundentes. Primero, porque eso es lo que expresamente declara la Biblia en 1 Juan 5:18. La Biblia dice: Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.
Según este texto, Aquel que fue engendrado por Dios, es decir el Señor Jesucristo, guarda al creyente. En consecuencia, el maligno o Satanás no toca al creyente. El apóstol Juan utiliza el verbo “tocar” solamente en este texto y en el Evangelio escrito por él, en el capítulo 20 versículo 17. El verbo “tocar” denota “asir a alguien con firmeza” o “agarrar con la finalidad de causar daño”. De esto podemos concluir que Satanás y ciertamente también sus demonios, pueden perseguir, tentar, probar y acusar a los creyentes, pero Dios protege a sus hijos y fija límites definidos a la influencia y poder de Satanás. La segunda razón es porque la Biblia declara que el creyente es templo del Espíritu Santo y mal podría ese mismo creyente ser templo de Satanás o sus demonios al mismo tiempo. Dios no puede compartir su morada con Satanás o sus demonios. Note lo que dice 1 Corintios 6:19-20. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
Por estas dos razones es imposible que un verdadero creyente pueda ser poseído por Satanás o sus demonios. Pero si se entiende la frase “estar bajo el dominio de los demonios” en el sentido de ser perseguido, o tentado, o probado o acusado por demonios, entonces es afirmativo. Un verdadero creyente puede ser el blanco de Satanás o sus demonios para causar daño, pero siempre dentro de los límites que Dios establezca para cumplir con sus soberanos propósitos. En todo caso, la palabra de Dios nos muestra que el creyente tiene a su disposición todo lo que hace falta para no ser derrotado por Satanás o sus demonios. Permítame leer Efesios 6:10-13. Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
Satanás y sus demonios pueden maquinar cualquier cosa en contra del creyente, pero si el creyente se ha fortalecido en el Señor y se ha vestido de toda la armadura de Dios, jamás será derrotado por Satanás o sus demonios.