¿Puede el Señor salvar o perdonar a una persona que ha cometido un grave pecado de inmoralidad?. Porque he escuchado que personas así no se pueden salvar. ¿Es esto cierto?. O No.
Vamos a dar lectura al texto que se encuentra en Marcos 3:28 donde dice: «De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean»
El autor de esta declaración, es el Señor Jesucristo. De su boca ha salido la solemne e inquebrantable promesa que todos los pecados, no importa cuántos ni de qué tipo, serán perdonados a los hijos de los hombres.
Dentro de esto, obviamente, está incluido el pecado específico que Usted mencionó en su consulta. Pero hay un pecado que es imposible perdonar para Dios, y no tiene nada que ver con la inmoralidad de cualquier tipo.
De este pecado nos habla el versículo siguiente al que acabamos de leer. Marcos 3:29 dice: «Pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno»
Este último es el pecado que cometieron los escribas que estaban con Jesús, cuando acusaron a Jesús de echar fuera demonios por el poder de Belcebú, el príncipe de los demonios, cuando en realidad los demonios eran echados fuera por el poder del Espíritu Santo. Todo tipo de pecado será perdonado, pero este pecado en particular no tiene perdón. Es un pecado imperdonable.
Aquí surge una pregunta: ¿Pueden las personas cometer este pecado hoy en día? Ciertamente no, el pecado imperdonable se cometió cuando Jesús estaba en la tierra realizando milagros. Dado que Jesús no está hoy físicamente en la tierra, haciendo milagros y echando fuera demonios, la posibilidad de cometer este pecado hoy en día no existe.
Hay muchas personas que se preocupan porque piensan que han cometido el pecado imperdonable, pero en realidad no lo han cometido. El mismo hecho que están preocupados por ello es un indicio que no son culpables de cometer el pecado imperdonable.
Resumiendo lo dicho, Dios perdona todo tipo de pecado, excepto el de la blasfemia contra el Espíritu Santo, cometido por algunos escribas y fariseos que fueron testigos de los milagros de Jesús y atribuyeron su poder a los demonios y no al Espíritu Santo.
Además de esto, existe otro pecado que Dios no puede perdonar. Es el pecado de rechazar la salvación que Dios ofrece en Cristo. Hebreos 10:26-27 dice: «Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios»
En este texto, el pecado se refiere a rechazar voluntariamente la salvación en Cristo, después de haber conocido plenamente que solo en Cristo hay salvación. Este pecado se llama incredulidad. A los que cometen este pecado, y son millones, no les beneficia en absoluto el sacrificio de Cristo por el pecado, porque no creen en él. Lo único que les queda es por tanto una horrenda expectación de juicio y ese trágico hervor de fuego que devorará a los incrédulos.
Este pecado de incredulidad, en el fondo dice que Dios es un mentiroso, porque fue Dios quien ha declarado que no hay salvación sino en el nombre de Jesús, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres en que podamos ser salvos.
Si alguien rechaza esta palabra de Dios, está afirmando que Dios ha mentido y por eso no le resta sino atenerse a la consecuencias de su necia decisión.
De modo que, amigo oyente, Dos está listo para perdonar cualquier pecado, pero su carácter no le permite perdonar a los que obstinadamente se resisten a recibir a Cristo como Salvador.
¿Qué es lo que permite a Dios perdonar todo pecado? Es su gracia. Gracia es el favor no merecido que Dios concede a alguien. Ningún pecador merece ser perdonado aun por el más mínimo pecado.
Pero Dios por su gracia nos perdona aun por el más grande pecado. Efesios 1:7 dice: «En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia.»
Este texto nos explica por qué Dios puede perdonar todo tipo de pecado, con la salvedad que ya hemos mencionado, por supuesto. Dios perdona no según el grado de maldad del pecado sino según la riqueza de su gracia.
La gracia de Dios es infinita, su riqueza es inigualable. Es de acuerdo con esta riqueza que Dios perdona al pecador.
Permítame hacer una ilustración para comprender mejor este asunto. Supongamos que un creyente va a otro creyente millonario y le dice: Queremos iniciar una iglesia en un barrio muy necesitado, y queremos pedir su colaboración económica para sufragar los gastos. El millonario dice: Con todo gusto, saca su chequera y escribe un cheque por un dólar. El millonario ha dado de su riqueza, pero no ha dado conforme a su riqueza. Pero si en lugar de escribir un cheque por un dólar hubiera escrito un cheque por mil dólares, el millonario habría dado tanto de su riqueza como conforme a su riqueza.
Dios es rico en gracia. Cuando un pecador se acerca a él implorando perdón, Dios le perdona no de su gracia sino conforme a la riqueza de su gracia y como esa riqueza es infinita, no hay pecado que Dios no pueda perdonar, excepto la incredulidad por supuesto.