Es una esposa que procura ser fiel al Señor pero su marido no está viviendo para agradar a Dios. Está desempleado por bastante tiempo, no ha sido sabio en los negocios y ha perdido mucho dinero en ello, está mintiendo para sacarse de encima a los acreedores, está siendo de mal ejemplo para los hijos, no está proveyendo para la familia, etc. pero sobre todo, ante la congregación aparenta que todo está bien entre él y Dios. Es decir que tiene una imagen ante la iglesia muy diferente de lo que es en la realidad cuando está en su casa. Nos pide orientación para saber como ayudar a su esposo.
Bueno, Ud. ha tenido la franqueza para desnudar las debilidades de su esposo. No es mi ánimo reprocharle por ello, porque no tengo por qué dudar de lo que Ud. ha dicho y asumo que lo ha hecho con la mejor de las intenciones, simplemente le exhorto a examinar también su propia vida para detectar cualquier cosa que esté mal en Ud.
Recuerde que nuestra humana naturaleza nos hace proclives a equivocarnos muchas veces y de vez en cuando se nos hace difícil reconocerlo. Con esto estoy animándola a no echar toda la culpa de la situación a su esposo, sino a reconocer también su parte en la situación que está enfrentando.
Dicho esto, me gustaría recomendarle que Ud. recurra a la ayuda de los pastores de su iglesia. Luego de orar al Señor, hable con su esposo para mostrarle que la única manera de resolver el problema es pidiendo el consejo de los pastores de la iglesia. No desprecie la ayuda que los pastores de la iglesia están en capacidad de darle.
Una vez que su esposo esté de acuerdo, solicite una reunión en su casa o en la iglesia o en algún otro lugar en la cual estén presentes Ud., su esposo y uno o más pastores de la iglesia. En esta reunión, Ud. deberá sacar todo lo que hay en su corazón con respecto a su esposo. Su esposo también deberá sacar todo lo que en su corazón con respecto a Ud. Recuerde que en un conflicto siempre existen dos versiones de una misma verdad.
El pastor o los pastores harán de moderadores y orientadores para ayudar a los dos, Ud. y su esposo, a identificar los problemas y buscar soluciones acordes con lo que enseña la palabra de Dios. Solo así se podrá iniciar un proceso de restauración de las relaciones de Ud. con su esposo.
Eventualmente, en la medida que tanto Ud. como su esposo se sometan voluntariamente al consejo de Dios, su esposo irá abandonando algunas prácticas de su pasado e irá adoptando otras prácticas de la vida piadosa. Esto a su vez, hará que su esposo tenga una buena imagen tanto en la iglesia como en la casa.
Quizá Ud. me dirá: ¿y qué hago si mi esposo no quiere reunirse con los pastores de la iglesia? Bueno, en ese caso es necesario que Ud. vaya por su cuenta a los pastores de la iglesia y comparta con ellos lo que ha compartido con nosotros. De seguro que los pastores de la iglesia pedirán a su esposo que asista a reunión en la cual estará también Ud. para hacer lo que hemos sugerido. Espero que esta idea marque el inicio de una pronta solución a los problemas de su hogar.