La frase es: “No es santo el que nunca peca, sino el que más rápido se arrepiente.” La santidad no es vivir en un claustro y no ver nada de TV, ni radio porque pasan música del Diablo, ni de irte a una piscina porque las mujeres están semidesnudas y te van a hacer pecar. ¡No! Por Dios, no. La santidad tiene que ver con reconocer que mi conducta y pensamientos no son los correctos y arrepentirme y alejarme de eso para hacer lo que Dios quiere.
Sabes, una camisa no es más limpia porque lo tienes guardado, puede hasta que huela feo o las polillas se la coman. La idea es que debes lavarla para que esté limpia. Tus vestidos, tu vida, tu andar debe ser limpio cada día; Dios promete limpiarte si vienes a Él. Deja el pecado, deja la religiosidad, ponte perfume, lava tus vestidos; acércate a Dios cada día.
¿Hay algo que debas dejar?, ¿tienes que pedir perdón a Dios por algo?