¿Creer en el amor de Dios cuando la mayoría de las cosas que pasan en el mundo aparentan lo contrario? ¡Eso sí que suena difícil! A lo largo de los tiempos, la historia de la humanidad fue atravesada por injusticias, guerras, genocidios, violencia, hambre, diferencias de clases, ricos que se aprovechan de los pobres, niños abandonados y tantos otros males que nos hacen dudar no solo del amor de Dios sino de su existencia.

Este escenario presenta un campo que nos deja perplejos. Preguntas sin respuestas. Dolores que no cesan. Sufrimientos que dejan dolor y un Dios que se percibe como ajeno, lejano, indiferente. Esto vuelve insoportable la vida. ¿Te imaginas a Dios sentado en su sillón disfrutando de cómo el ser humano se retuerce en sus sufrimientos?…

La manera en que Dios garantiza su amor real y perfecto es en la entrega de su Hijo. Es cierto que esto no soluciona el problema de los sufrimientos de este mundo, pero nos abre una nueva perspectiva. Cristo no está en ningún sillón. El eligió la cruz para identificarse con el sufrimiento.

La cruz fue la mejor demostración de amor. La esencia de su amor fue dar, darse a sí mismo. La garantía de su amor está sellada con su entrega. Sé que tú que estás leyendo estos renglones, tienes muchos interrogantes y cuentas pendientes que supones que Dios tiene que saldar contigo.

Él también sabe y conoce tu corazón. La causa de su amor fuiste tú. La consecuencia de su cruz fue Su amor ¨derramado en nuestros corazones¨.

Ese amor hoy puede darte un sentido diferente a tu existencia y a tu interpretación del sufrimiento. Entró en nuestro mundo de carne y sangre, lágrimas y muerte. Sufrió por nosotros. Y nuestros sufrimientos se volvieron más controlables a la luz de esto. (John Stott)

PARA PENSAR :

La cruz de Cristo es la única justificación que Dios puede dar de sí mismo en un mundo como el nuestro. (P.T. Forsyth)