En septiembre del 2015, en un monte en las afueras de Australia, en la ciudad de Canberra, unos caminantes hallaron a una oveja que estaba perdida desde hacía aproximadamente 6 años.
Su tamaño era 4 o 5 veces superior al de las ovejas normales. Nunca había sido esquilada, por lo que al hacerlo quitaron un peso de casi 40 kilos de lana de su cuerpo.
No trasquilarla significa un riesgo para el animal. Si no se le corta la lana regularmente, puede desarrollar enfermedades y hasta morir. La transpiración, cuando hace calor, atrae a las moscas quienes depositan sus huevos en la piel y provocan infecciones. Aparte de eso, el exceso de peso les quita movilidad y es extremadamente incómodo para su desplazamiento.
Es evidente que si este animal hubiera estado cerca de su pastor no se hubiese extraviado y no hubiera sufrido las consecuencias de su peso y de sus enfermedades.
Una de las tantas figuras que Jesús utilizó para enseñarnos cómo era Su relación con los suyos fue la de la oveja y el pastor. Y pensaba en el ejemplo de esta oveja australiana, ¡Cuánto peso cargó por tantos años por no tener un pastor que la cuidara! Quizá en nuestra experiencia cotidiana, nos suceda algo similar.
Cargamos con peso. Culpas sin resolver. Enemistades sin reconciliar. Fracasos sin superar. Pecados sin confesar. Situaciones que ya no queremos vivir pero que no nos animamos a dejar y soltar.
Enojos con Dios, con los nuestros y con nuestra historia. Perdemos el rumbo y la dirección de hacia dónde debemos ir con nuestra vida y nos cuesta avanzar porque estamos ¨Con peso de más¨ ¿Sabes cómo termina la historia? Solo en 40 minutos un esquilador reconocido llamado Elkins, liberó a la oveja de todo ese peso y le salvaron la vida al animal.
Encontrarnos con el pastor de nuestra vida, Jesús, nos libera del peso del pecado y nos quita la carga para desplazarnos por fe, hacia el proyecto de vida que preparó de antemano para nosotros. No te apartes de su cuidado.
PARA PENSAR:
Lo que no dejas ir lo cargas, lo que cargas te pesa, lo que pesa te hunde.