En 1995 Christopher Reeve, el actor, sufrió una caída montando a caballo. Se partió el cuello. La medula espinal quedo separada del cerebro y su cuerpo quedó completamente paralizado del cuello para abajo. No había esperanza de movimiento para él.

Pero inició un exigente programa de ejercicios con la ayuda de la estimulación eléctrica y al cabo de cinco años de constancia y entrenamiento, recuperó sus funciones motrices cambiando la idea de la ciencia sobre el sistema nervioso. Abrió una nueva línea de investigación y de esperanza para personas con lesiones similares.

Si bien hay muchas situaciones imposibles de revertir y somos conscientes de las limitaciones de la vida, de la ciencia y de las nuestras también.

A veces la vida nos enfrenta con el desafío de ir más allá de lo posible. Tener una mentalidad de expansión en vez de una mentalidad de rendición y de comodidad. Aceptar los retos y desafíos de la vida no es para cualquiera.

Muchas personas son proclives a abandonar los proyectos antes de tiempo simplemente porque algún obstáculo se interpuso en el camino o porque recibió poco estímulo de su alrededor, o porque se acobardó ante el primer inconveniente. ¿Sabes? nunca llegan a lograr nada que se propongan.

Luego se excusan y se acomodan para seguir sin crecimiento y sin avances en su desarrollo personal. Así como el ejemplo casi épico de Christopher Reever, son muchos los que han desafiado los límites de sus propias posibilidades, confiando en los recursos que el ser humano por creación divina tiene.

Somos hechura Suya y Él nos proveyó de talentos, dones, virtudes, habilidades y sobre todas las cosas, de la capacidad de aprender cosas nuevas. Nunca cesa la posibilidad de aprender.

Como criaturas hechas a imagen de Dios tenemos el derecho y la responsabilidad de alcanzar los desafíos que Dios ponga en nuestro corazón. Sin obstinarnos, pero siendo constantes y perseverando cuando Dios nos abre los caminos.

Pensamiento :

“No me rendí.” “No, me rendí.” ¿Con o sin coma?… Tú eliges.