Jonás, cuyo nombre significa Paloma, fue llamado por Dios para predicar un mensaje de arrepentimiento en la ciudad de Nínive, capital de Asiria.

En esta época exactamente, los israelitas odiaban a los asirios. Te darás cuenta que los problemas raciales no son nuevos. A lo largo de los tiempos, la raza humana estuvo acompañada por intolerancias, prejuicios y discriminación entre diferentes etnias.

El relato al que hoy referimos ocurre en este contexto. Jonás, en vez de ir a Nínive, huye a Tarsis, se dirige al lugar opuesto al que Dios le había indicado.

En su travesía se desata una tormenta en el mar y los marineros del barco en el que se había embarcado, lo tiran al agua pensando que Jonás traía mala suerte. Dios manda un pez ¡Sí, así como lees! Un pez será el escenario para que este resentido y desobediente profeta se arrepienta y vaya a predicar tal como se le había encomendado.

El resultado es que toda la ciudad se encuentra con el mensaje de Dios y se arrepienten de sus malas obras decidiendo obedecerle. Este es el momento donde crees que debería decir: ¨Este cuento se acabó¨. Sin embargo, se escribe un capitulo más y Jonás se enoja por este resultado. Hubiera preferido que todo Nínive sucumba bajo el castigo de Dios. De un modo muy pedagógico Dios usa una planta que crece y se seca para que recapacite y entienda así el amor de Dios hacia toda la humanidad.

Te pregunto: ¿Mucho te enojas? ¿Cómo respondes al ver la prosperidad de los injustos? o ¿También te enojas al evaluar que las cosas deberían ser de un modo diferente al que tú crees o cuando Dios resuelve los asuntos de un modo distinto al que tú lo harías? Y ¿Qué dices cuando tarda en responder?

Sabes, Dios es soberano y misericordioso y tiene la misma Gracia para diferentes personas, aunque creas que muchos ni siquiera la merecen.

Pensamiento :

Por cada minuto de enojo perdemos 60 segundos de felicidad.