La psicología moderna debe su curso a Sigmund Freud, su precursor. Este famoso psicólogo dedicó su vida a estudiar las profundidades insondables de la mente humana pero desde una perspectiva puramente humanista, ignorando frontalmente en sus escritos la implicancia de un Dios como ser superior, regente de dicha mente humana. Pero a pesar de su intento por arrojar luz sobre los intrincados problemas de la conducta humana, el mismo nunca fue capaz de disciplinarse en su vida privada. Su médico personal, a causa de sus problemas cardíacos, le aconsejó que dejara de fumar. Cosa que intentó por un tiempo, pero fue tan grande su estrés por la abstinencia que al cabo de un tiempo tuvo que regresar a su viejo hábito con mayor dependencia. Tuvo que someterse a 35 operaciones de mandíbula y finalmente la perdió por completo a causa del cáncer provocado por el cigarro. Los médicos le advirtieron repetidas veces que moriría si no dejaba de fumar. Vencido por su adicción al tabaco, sólo se resignó a morir de dicho cáncer.

El doctor Freud podía identificar los problemas ajenos, pero él mismo no se pudo dominar. Freud no conocía un secreto que ha ayudado a miles de personas a escapar de los lazos del diablo y sus vicios como lo es el poder del Cristo resucitado viviendo dentro de uno y capacitándole. Sus adeptos y seguidores deberían escuchar la advertencia que la Biblia, la Palabra de Dios hace acerca de estos líderes incapaces de gobernarse a ellos mismos. Es triste ver que, en su afán de negar la existencia de Dios o su derecho a inferir en los asuntos de esta raza humana, muchos hombres y mujeres gastan sus vidas detrás de personas débiles e ideales falsos que no pueden ofrecer esperanza alguna a sus seguidores. Sólo Jesús fue capaz de impartir sus transformadoras enseñanzas respaldando su doctrina con sus hechos y su vida simplemente porque Él es Dios mismo, la luz que disipa toda duda y hace andar como de día al que andaba en ceguera espiritual.

PENSAMIENTO DEL DÍA: Si sigues a hombres, nunca encontrarás a Dios.