El sabio Salomón, quien escribió esta reflexión en sus Proverbios, sabía mucho de construir represas. Su biografía bíblica menciona la habilidad que este hombre súper dotado por Dios tenía en la construcción de estanques, regadíos y contenciones de aguas con la cual le dio un impulso notable a la agricultura israelí durante los 40 años que duró su reinado. Es muy probable que en la construcción de estas represas, este pionero de la ingeniería hidráulica, haya presenciado desbordamientos y rupturas de los muros de contención con consecuencias catastróficas y quizás, hasta pérdida de vidas humanas. Es en este contexto tan gráfico, que salomón deduce su refrán al referirse a las tan comunes pero a la vez drásticas contiendas entre dos personas y dice que la pelea y los comentarios destructivos se asemejan a este fatal suceso. A inicios del tercer milenio, un poblado en el andino país de Bolivia, fue literalmente arrasado por el desborde de agua represada río arriba. Las imágenes eran desoladoras. No había manera de detener lo que ya se había iniciado. El agua arrasaba con todo lo que se interponía a su paso, lodo mezclado con muerte, casas destruidas, padres llorando por sus hijos desaparecidos, familias sin viviendas… Horror y daños irreparables.

¿Sabes? Lo mismo sucede cuando das rienda suelta a tu lengua y esparces comentarios dañinos hacia otro. Inicias una especie de reacción en cadena que, al igual que una represa rota, no sabes hasta dónde puede destruir. En una sociedad tan competitiva como la nuestra, las armas de destrucción masiva que se utilizan como mecanismos viables para la “Escalada social” son a menudo implacables y crueles. Todo es lícito si sirve para mejorar mi “Status” aún, al costo de destruir la imagen de mis prójimos con chismes, críticas y comentarios desleales. Nunca olvides que existe el efecto “boomerang”. Lo que tú digas de tu prójimo, a la corta o a la larga se dirá de ti. Al fin y al cabo: No se puede dinamitar la casa del vecino, sin debilitar tus propios cimientos. ¿Verdad?

PENSAMIENTO DEL DÍA: La vida y la muerte están en el poder de la lengua. Proverbios. 18:21