¿Has visto alguna vez el fenómeno de la aurora boreal? Es una de las manifestaciones más espectaculares de la naturaleza. El cielo nocturno del hemisferio norte se tiñe de las más diversas columnas de colores como producto de la radiación solar en dicho polo. Las auroras son como un ballet de colores en las noches oscuras de los paisajes nevados de Noruega, uno de los lugares donde mejor se pueden contemplar. Lo que más me llama la atención es que semejante fenómeno físico, sólo puede apreciarse bajo esas condiciones de clima, latitud y oscuridad. Nuestra vida puede brillar como esa aurora.

Puede ser un espectáculo de color y de luz en medio de las noches más frías de la vida. Dice la Biblia que un andar justo y bueno genera luz, color, luminosidad en medio de la noche más oscura.
Ser bueno, va de la mano con hacer lo bueno. Una persona buena, es aquella que manifiesta bondad, que tiene carácter bueno y hace lo bueno. Piensa en aquellos escenarios en los que te mueves cotidianamente.

Quizá, al igual que la aurora, tu luz tenga que resplandecer en medio de noches oscuras de problemas, contradicciones, frustraciones y pruebas de la vida. Allí, muchas veces cuesta y es difícil brillar porque las circunstancias se hacen demasiado complejas. La vida pone a prueba constantemente lo que somos. Es en medio de dichas dificultades donde aquello que somos realmente, se manifiesta. No hay esfuerzo personal que baste a la hora de intentar ser buenas.

Es la obra del Espíritu Santo en nosotras y de la vida de Dios habitando en nuestros corazones lo que provoca esa bondad indescriptible que va en aumento. Que lleva nuestra vida a la madurez de carácter. Y que, más allá de lo difícil que pueda ser nuestra experiencia, la bondad no se oculte sino que brille con los diversos colores que tiene.

No me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena.

Martin Luther King