Muchos creyentes son muy buenos en contabilidad. Llevan un registro exhaustivo de cada deuda, de cada ofensa recibida, mantienen al día un historial emocional de todas sus heridas.

Inconscientemente suman esos malos momentos sólo para obtener como resultado de dicha tabulación ira, rencor y amargura. Cuando un hijo de Dios decide voluntariamente no perdonar está olvidando y pisoteando la obra de Dios en la cruz, su amor demostrado y su disposición a perdonar y olvidar las ofensas que tú y yo le hicimos a Él, que dicho sea de paso, siempre será mucho mayor de lo que alguien pueda hacernos a nosotros.

Puedo comprender que te sea difícil perdonar si no te sabes perdonado por Dios. Si ese es tu caso urgentemente debes experimentar su perdón por tus pecados. Pero si ya has sido bendecido con su perdón… algo no anda bien. El amor cristiano no guarda rencor. (1° Corintios 13:5) Es increíble pero hay personas que se niegan a dar este paso liberador sólo porque no quieren dejar de odiar. Es como darse la cabeza contra la pared y esperar que le duela al otro. ¡NO!, el único envenenado serás siempre tú. La misma cruz de perdón hace más de dos mil años es la solución para tu rencor de hoy.

Porque decidir perdonar es renunciar a tus derechos de no extender ese perdón, pues no se lo merece. Muere, renuncia, no te bajes de la cruz. Allí encontrarás verdadera liberación. ¿Es difícil?, por su puesto. ¿Implica sacrificio?, obvio, estamos hablando de la cruz. Promover el amor no es natural en el ser humano, pero conlleva un premio estimulante. Una herencia increíble: “No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendigan, porque para esto fueron llamados, para heredar una bendición.” 1° Pedro 3:9

Como ves el primer bendecido eres tú. Así que anotemos las deudas emocionales en la arena y las bendiciones espirituales en la roca y seamos así buenos administradores de la gracia de Dios y no malos contadores rencorosos.

Pensamiento del día:

El amor no guarda rencor. 1° Corintios 13:5