En el llamado de Jesús a sus discípulos tal como lo narra el evangelio de San Marcos encontramos una trilogía de encargos o comisiones que, de llevar el correcto orden, marcaran el éxito en la vida de seguimiento de Dios.

Alterar cualquiera de estas prioridades nos meterá en problemas y terminaremos por agotarnos con sentimiento de fracaso vez tras vez. Empecemos de atrás para adelante: “Les dio poder para expulsar demonios”. Si bien esta práctica ya no está vigente en la forma en que lo estaba en aquel entonces, se relaciona con toda práctica de servicio a “La Causa” que involucre nuestro tiempo.

Está bien, debemos servir al Señor, pero si ese servicio reemplaza la exposición de “su mensaje” (como leemos a continuación), formaré discípulos inconstantes que carecen de sustento. Sólo los he atraído por las experiencias más no por “el mensaje”. Continuando con esta secuencia de prioridades, si hago la obra, y aún predico la Palabra, pero no vivo en comunión con Dios, no “estoy con Él” como leímos al comienzo, carezco de dirección y fracaso. Algunos pretenden justificar su falta de relación con Dios argumentando que hacen muchas obras para Dios. De ellos dirá el Señor en el día del juicio: “Aparatos de mí, hacedores de maldad. Nunca os conocí”.

Fíjate que dice: hacedores de maldad. Es que cualquier obra, hasta las que se hacen para Dios, pero separados de Él, son obras malas por carecer de la motivación correcta. Regresando, entonces a la escala de valores expuesta por Jesús, vemos que la comunión con Dios me motiva a dar, primero su Palabra y luego el ministerio regulado por esa Palabra. Nuestro mundo está harto de discursos acerca de Jesús, quiere ver a Jesús. Está cansada de apariencias y de hipocresía, quiere ver vidas genuinas. Sin tanto activismo ni charlatanería, sino con frutos dignos de arrepentimiento. Gasta tiempo con Él y serás su mejor discípulo.

Pensamiento del día:

La gente está cansada de oír acerca de Jesús, quiere verlo.