Una banda de contrabandistas, cargó sus mochilas repletas de mercadería en territorio israelí y partió secretamente de noche hacia tierras musulmanas. Les buscaron pero sólo encontraron sus asnos atados en un poste cerca de la frontera. Pero un policía judío, devoto fiel de su religión, tuvo una idea brillante al leer los primeros trozos de la profecía de Isaías: “El buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su señor. Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento.” Los asnos fueron detenidos, guardados varios días sin pasto y luego sueltos. Los pobres animales, medio muertos y rebuznando, fueron directamente al escondite de los contrabandistas en medio de un pueblo fronterizo, seguidos por los agentes de la policía que atraparon. Hablamos de los animales como brutos, y nos gusta usar el asno como primer ejemplo, pero Dios dice contundentemente que este animal supera en sabiduría a la gente que hace caso omiso de Él.

Este pasaje de Isaías 1:3 declara dos condiciones del hombre que ignora a Dios. La primera la compara con el buey que conoce a su dueño y esto me habla de pertenencia, la segunda con el asno que sabe cuál es el lugar de su comida: necesidad. Es que por ambas razones, el hombre y la mujer deberían buscar a Dios mientras dure su estadía en esta tierra, porque le pertenecen porque Él les creó y porque le necesitan para vivir y disfrutar de su vida.

Somos propiedad suya y nosotros mismos tenemos necesidad de Él. Así como aquellas bestias no tuvieron descanso hasta que no volvieron a sus señores, así no encontrarás paz en tu alma hasta que llegues a los pies de la cruz de Cristo, el Dios hecho hombre que vino a demostrarnos cuánto nos ama y darnos una oportunidad de vida. Dijo Dios en Eclesiastés: “Todas las almas son mías” ¡Vuelve a Él ahora mismo, que te está esperando!

PENSAMIENTO DEL DÍA:

TODA VIDA ES CÍCLICA. AL FIN Y AL CABO VOLVERÁS ANTE EL DIOS QUE TE CREÓ ALGÚN DÍA. ¿ESTÁS PREPARADO?