En todos los actos cotidianos se desempeña algo de fuerza. Al levantarnos, peinarnos, caminar, correr, jugar, trabajar, etc. La capacidad que contiene alguna persona o un objeto para ejercer fuerza y realizar cualquier trabajo, se denomina: Energía. Existe la energía eléctrica que se produce por la atracción y repulsión de los campos magnéticos de los átomos de los cuerpos, la energía cinética que posee todo cuerpo en movimiento, la solar, energía radiante producida por el sol y otras de menos uso. La demanda de energía es mayor cuanto mayor sea el trabajo.

De ahí que los laboratorios de fármacos lancen al mercado cada vez más potenciadores de la salud, más píldoras vitalizantes y energizantes. Es que el hombre y la mujer viven en constante exigencia: La casa, el trabajo, las cuentas, los hijos, los viajes y compromisos… Todo es un foco constante de desgaste y tensión hasta el punto del agotamiento, el decaimiento, la falta de fuerzas y la pérdida del ánimo para continuar, a no ser por las píldoras que me ayudan para luchar un poco más. ¿Es eso el ideal de vida?…

Dios no quiere que sus criaturas sean máquinas activistas, adictos al trabajo, desgastando hasta la última carga de energía. Él quiere que disfrutemos, que racionalicemos nuestras fuerzas, que evaluemos. Todo trabajo, para poder calcularlo y acabarlo necesita de la asistencia divina. Jesús advirtió del peligro de aquel que comenzó a construir su torre y se dio cuenta que no tenía lo necesario para terminarla y fue de burla para los que observaban.
Cuántas empresas inconclusas, cuántos proyectos frustrados, o cuántos conquistados, pero al costo extremo de ver nuestra energía agotarse al máximo y necesitar de estímulos artificiales para volver a levantarnos, y ver nuestras prioridades tergiversadas porque una vez más lo urgente reemplazó a lo realmente importante.

Tal vez sea de hora de entregar la planificación de la vida, el tiempo y los bienes a la guía de Dios y usar nuestras fuerzas sólo en glorificarle a Él. No en vano el principal mandamiento fue y seguirá siendo: “Amarás al Señor tu Dios con todas tus fuerzas.” ¿Lo estás haciendo?

PENSAMIENTO DEL DÍA:

Todo trabajo, para poder calcularlo y acabarlo necesita de la asistencia divina.