De todos los líderes que la historia forjó, podemos hoy recordar a los faraones de Egipto, al rey David, Nerón, Cesar, Napoleón, Mussolini, Hitler, Mao Tsé Tung, Maoma, Abraham Lincoln, Simón Bolívar y muchos más. Según el relato bíblico, un hombre que consagró su vida a liderar un pueblo de cautivos fue Moisés.

Parecería que las adversidades de la vida generan, en los que las padecen, cierta clase de anticuerpos necesarios para las grandes proezas. Lo cierto es que este Moisés nació en un momento nada ideal. Ninguna madre hebrea deseaba tener un hijo varón en aquel entonces, cuando el faraón había decretado un genocidio. Pero nació varón. La providencia divina quiso que la misma hija del faraón lo adoptara y criara por 40 años en el palacio real de Egipto. Ya crecido, este Moisés, dice Éxodo 2:11, que salió en defensa de un Hebreo que era maltratado por un Egipcio y le mató. A raíz de este suceso, el propio Faraón lo persiguió para matarlo por lo que tuvo que huir.

Durante otros cuarenta años, estuvo escondido, frustrado y deprimido, en el desierto de Madián. Formó su familia, pero su crisis de identidad y complejos de fracaso le acosaban. Allí llegó la mano de la misericordia de Dios. Le habló, lo llamó, lo sanó y lo capacitó para regresar a su pueblo hebreo y liberarlo.

En los primeros 40 años de su vida, Moisés pensó que era capaz de todo. En los segundos 40 años, sintió que no era capaz de nada. En los últimos 40 años (porque vivió 120), aprendió que, en Dios, se pueden hacer proezas con implicaciones eternas.

¿Sabes? Los logros en la vida no se alcanzan sólo con buenas intenciones o con la fuerza de tu brazo. Es en la capacitación divina, Su amor y control, que entras en la lista de los vencedores. Entrégate a su amor y serás grande. Alcanzarás tus metas y dejarás una huella de victoria en este mundo.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

Parecería que las adversidades de la vida generan, en los que las padecen, cierta clase de anticuerpos necesarios para las grandes proezas.