¡Qué difícil la vida de la abeja! Un animal pequeño que puede volar, pero no tiene demasiadas alternativas para defenderse. Puede huir de sus atacantes, pero no puede hacerles frente. Ella sabe que si trata de defenderse y pica a alguien; su aguijón, que es su elemento de defensa, lo pierde. Queda clavado en la piel del agresor, y cuando la abeja sigue su camino se desprende el aguijón arrancando también algunos órganos vitales.

La abeja vive apenas unas horas más. Después muere. Si no se defiende, la pueden matar y si se defiende, muere seguro. ¡Qué difícil la vida de la abeja! Me pregunto si tenemos la valentía de la abeja para defender y dar la vida por lo que es eterno. Pablo la tenía. Para él, la vida era vivirla como Cristo le pedía y la muerte era ganancia, porque iba con Su Señor. Hoy vivimos un cristianismo sin compromiso, cómodo, e indiferente. Jamás clavamos el aguijón, nunca nos jugamos por lo que creemos, vivimos vidas mediocres, del montón y nuestra fe se aparta de lo que Dios quiere. Estamos dispuestos a desgastar nuestra existencia detrás de cosas que aparentan éxito y buen pasar pero por dentro están huecas. Preferimos salvar nuestras vidas a expensas de renunciar a nuestras convicciones y ver cómo matan nuestra fe.

Es hora de que renovemos nuestro compromiso con Dios a tal punto de alcanzar este sentir que tuvo también Cristo Jesús. Él estuvo dispuesto a despojarse de todo, aún hasta morir por lo que creía más excelente. Porque no es tonto aquel que entrega lo que no puede retener para ganar aquello que nunca podrá perder. Dijo Jesús: “El que Halla su vida la perderá y el que pierde su vida por causa de mí la hallará.”. Conservemos nuestras convicciones hasta el final sabiendo que del otro lado de la muerte nos espera el Autor de la vida, Cristo Jesús quien dio su vida por ti para que tú y yo hoy vivamos para Él.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

Porque no es tonto aquel que entrega lo que no puede retener para ganar aquello que nunca podrá perder.