Somos bombardeados a diario con noticias, información y modelos corruptos que entristecen el alma y atentan contra la paz, los buenos modales y una armónica convivencia con nuestros semejantes. Es inevitable y predecible, la mayoría de las veces. Ya no nos sorprende, ya no nos asombra. Así vamos perdiendo paulatinamente el disfrute de estar vivos. Nos vamos transformando en seres amargados y rencorosos. La violencia se ha instalado en lo más recóndito de nuestros ser y de nuestra sociedad y vemos derrumbarse, ante nuestros propios ojos, los finos hilos que conforman nuestras relaciones interpersonales cada vez más endebles. ¿Qué nos pasó? ¿Qué nos está pasando?…

Los que hemos experimentado un “encuentro cercano” con Jesús y con Dios, hemos sido trasladados a otro Reino. Al del Amado Hijo de Dios. Allí nos sorprendió esa gracia por la cual estamos firmes, de tal manera que nos gloriamos aún en los momentos de tribulación. Son esas cosas que perturban tu alma y desdibujan la sonrisa de tu rostro, artimañas y ardides del Engañador, Satanás, que quiere robar tu gozo, matar tus ganas de seguir vivo, y destruir tus amistades y relaciones interpersonales. Son momentos en los que debemos recordar cuál es la fuente de nuestro gozo. Porqué hemos pasado de muerte a vida. Quién fue el que cambió nuestro lamento en baile. No fue el mundo el que te dio ese sumo gozo que hoy tienes, por lo tanto no debe ni puede ser el mundo y sus afanes quien te lo robe. ¡No se lo permitas!

Es una batalla, es una lucha. A veces perdemos y otras ganamos. Hay días con ganas de abandonar y de los otros, los que nos sentimos derrotados y no logran levantarnos ni con una gata hidráulica, ¿verdad?
Redirige tu mirada al autor y consumador de tu fe. A Aquel que dio la vida, a Aquel que perdonó todos tus pecados y no le des el gusto al ladrón, pues no acabará hasta desbastarte.

Pensamiento del día:

El gozo que tienes hoy no te lo dio el mundo, por lo tanto el mundo no te lo puede quitar.