En este mundo competitivo y egoísta se hace cada vez más difícil aplicar el refrán bíblico de “reír con los que ríen”. Llorar con los que lloran parecería más fácil, pero a la inversa cuesta aplicarlo, ¿verdad? Son pocos los hombres que están decididos a renunciar a un futuro prometedor en pro de una amistad y del amor que la sostiene, con el fin de promover y ayudar al prójimo. Esta es la cara más preciosa del amor: Desear que a aquellos  a quienes amamos les vaya mejor en la vida que a nosotros.  Dijo R. Sibbes: “En la amistad convive un alma en dos cuerpos diferentes”. Respecto a este tema de la amistad, la relación entre David y Jonatán, hijo del rey Saúl es el mejor exponente. El destino original de Jonatán había sido heredar el trono de su padre, mas ahora entendía que Dios había levantado a otro y él estaba dispuesto a ubicarse bajo su liderazgo como seguidor. Vivimos en un mundo cambiante y no es de extrañar que, por diferentes situaciones ajenas a nosotros, nos encontremos, a la vuelta de la esquina, sirviendo a quien hace poco nos servía a nosotros o ayudando a alguien que ayer fue nuestro ayudador. El caso arriba citado es un claro ejemplo de la disposición de amar al prójimo que debe primar en nuestros corazones siempre.

Aplicando esta normativa de vida nunca estaremos en ansiedad al ver que alguna situación se nos escapa del control. Ama a todos sin mirar a quien, reza un antiguo adagio. Cuando de amistad especial se trata, porque es bueno tener esos amigos “de fierro”, nunca dudes en servirles. Estoy de acuerdo que hay cierto margen de riesgo en esto de formar amistades fuertes, porque en cierta medida arriesgas tu corazón y puedes salir lastimado por el desamparo de un amigo. Pero si por el temor al desengaño y la desilusión emocional te vas a cerrar a toda posibilidad de formar una buena amistad, creo que te estás perdiendo una arista muy importante de la vida. Forma amigos, serás el hombre más rico al final de tus días.

Pensamiento del día:

“En la amistad convive un alma en dos cuerpos diferentes”. (R. Sibbes)