Las herencias no siempre son bienes de familia, a veces son males de familia. El esposo abandona el hogar y su mujer se entera que dejó deudas por todo el barrio y ahora es a ella a quien la vienen a llamar a la puerta a cada rato. El padre se quita la vida optando por el suicidio. Sus vicios le consumieron sus salarios y ahora le dejó a toda su familia una “hermosa herencia”. Los presidentes luchan vanamente por sanar la economía de su nación, pues el mandatario anterior dejó a todo el país en la bancarrota económica por malversación de fondos. Así que, como puedes observar, existen herencias indeseadas pero herencias al fin. Las herencias no se eligen, ya otros han elegido por nosotros y cuántas de esas herencias si pudiéramos las cambiaríamos, ¿Verdad? Así también podríamos referirnos a una enfermedad congénita que has heredado y te perturba, un daño físico que te dejó disminuido por negligencia de algún familiar, marcas físicas y sicológicas causadas por algún pariente en tu infancia como el abuso sexual. Sí. Hay herencias que traen malos recuerdos y son herencias que marcan. No tienes papeles que te acrediten como propietario, pero son tuyas, tuyas y de nadie más y forman parte de tu misma existencia.

Pero debo mencionarte que existe otra herencia, peor aún, y es la herencia de nuestra natural tendencia a pecar. Lo que la Biblia llama “naturaleza pecaminosa” y que recibimos de nuestros primeros padres, Adán y Eva. Es esa tendencia a lo prohibido, al pecado, al orgullo, el egoísmo, la lujuria y la mentira (entre otras), que todos experimentamos desde niños. Dios no creó a nuestros primeros padres así, no. Él quiso que vivieran en perfecta armonía con su Persona, pero escogieron el estilo de vida equivocado, pecaron, y comenzaron a experimentar la muerte. Así, el pecado y la muerte pasó a todos los hombres. Pero no los culpemos por esta herencia. Si hubiésemos sido nosotros habríamos hecho exactamente lo mismo. Porque no solo pecamos porque somos pecadores, también somos pecadores porque pecamos.

Pensamiento del día:

Cristo pagó con su muerte tu deuda heredada para hacerte heredero de sus riquezas.