Existen recuerdos muy profundos que vienen de años, desde la niñez y pueden producir vacío, soledad interior y una sensación de nada. Para rectificar estos sentimientos, algunas personas tratan de vincularse con gente que consideran importante. Otros hacen alarde de su poder económico, o de sus conocimientos, o de las propiedades que adquirieron. Si no estás seguro de lo que quieres, cómo y cuándo lo quieres y seguro también de quién eres, cuánto vales y qué puedes hacer por los demás y por ti mismo, los golpes de la vida pueden hacerte mucho daño. Las personas necesitan entender que son especiales, únicas e importantes, no por lo que hagan o logren en el futuro, sino por lo que Dios dice que son. Cuando estás bien enfocado, eres capaz de disfrutar y aprovechar las oportunidades que te presenta la vida. La manera en que un individuo piensa y habla de sí mismo refleja el concepto que tiene de sí, y afecta sus logros futuros. Debemos mostrarnos tal cual somos. No ser dobles ni mentirosos y enseñar esto a los niños. Decirles que cuando se finge a quien más se afecta es a sí mismo. En otras palabras, decirles que la persona vale por lo que es, que aunque cometa errores, siempre hay oportunidad para enmendarse, que las cosas hay que pensarlas antes de ejecutarlas y sobre todo, valorar esas dos potencias que todos tenemos, que son la inteligencia y la voluntad. Cuando esta inteligencia está basada en el principio de la sabiduría, que es el temor de Jehová, y esa voluntad está rendida a la voluntad superior de Dios, esa persona puede ser capaz de hacer todo lo que se ponga por delante y decir junto con el apóstol Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Todos tenemos la necesidad de ser “reconocidos”. Todos deseamos ser aprobados, amados y hasta admirados por quienes nos rodean. Buscar la aprobación de los demás es riesgoso y fútil, sentirse aprobado por Dios es seguro y eterno. Procura presentarte a Dios aprobado. Lo demás es secundario.

 

PENSAMIENTO DEL DIA:

Buscar la aprobación de los demás es riesgoso y fútil, sentirse aprobado por Dios es seguro y eterno.