La trillada frase: “El que no arriesga no gana” tiene mucho de cierto. Dios puso en cada uno de nosotros un mecanismo de prevención y auto conservación basado en el temor a lo desconocido o el miedo, y también basado en la prudencia. Es natural a cada ser humano y necesario para la conservación de nuestra especie. Pero también dice la Biblia que el mismo Dios pone a nuestra disposición un espíritu que no es de cobardía sino de valor y dominio propio. Jesús también sintió miedos, pero avanzó con su mirada puesta en Aquel que le encomendó la tarea y logró redimir la caída raza de Adán con una obra de magnitud cósmica y características épicas. Alguien dijo que: “El hombre no puede descubrir nuevos océanos a menos que tenga el valor de perder de vista la orilla.” Considera la lista a continuación:
Reír es arriesgarse a parecer tonto.
Llorar es arriesgarse a parecer sentimental.
Extender la mano a otra persona es arriesgarse a involucrarse.
Exponer sentimientos es arriesgarse a mostrar su verdadero yo.
Amar es arriesgarse a no ser correspondido.
Vivir es arriesgarse a morir.
Tener esperanza es arriesgarse a desesperarse.
Intentar es arriesgarse a fracasar.
Sin embargo, la persona que no arriesga nada, no está obrando, nada tiene y al final se vuelve nada. No tengas temor a enfrentar riesgos.
Pensamiento del día:
El hombre no puede descubrir nuevos océanos a menos que tenga el valor de perder de vista la orilla.