Vivimos en el siglo de las conexiones. Muchas personas alrededor del mundo literalmente viven conectadas. Conexiones inalámbricas, redes sociales que en verdad son antisociales, porque están creando adolescentes y jóvenes despersonalizados que no saben comunicarse “face to face”, sólo “pantalla a pantalla” a través del… ¿Face? Conexiones vía Internet, conexión satelital, conexiones de fibra óptica  del alta velocidad… Cristo ya se despedía y, casi adelantándose a los siglos, recomendó a sus seguidores a que vivan conectados, sí, conectados a Él. De lo contrario todo lo que sean capaz de realizar en sus fuerzas no tendría rédito alguno cuando de valores eternos se habla. “Permaneced en mí y yo en vosotros. Como una rama nada puede producir si no está permanentemente conectada a la planta tampoco vosotros si se separan de mí.” (Paráfrasis del autor) La palabra “conectados”, que Jesús utilizó, en el idioma original en la que fue escrita, significa literalmente participación de vida, común unión. Es una conexión vital. Cuando un equipo de telefonía móvil, por ejemplo, se conecta a un toma corriente en la pared para recargar su batería, ni la pared pasa a formar parte del circuito de ese celular ni el celular pasa a formar parte del material de la pared. Así también cuando   tu computador se conecta a Internet, se activa una vía a través de la cual se puede transferir información, pero tu computador nunca será parte del satélite ni el satélite de tu computador ¿verdad? Eso es solamente una conexión momentánea, externa y circunstancial. En cambio, cada vez que tú haces conexión con Jesús, Él vive en ti y tú en Él. Eso se llama “comunión” y es la fuente de poder capaz de revolucionar de tal manera todo tu ser comenzando desde adentro, a tal punto que nunca más volverás a ser igual. Cuando Jesús dijo: Yo soy la vid y ustedes las ramas, estaba diciendo: Yo soy todo, (hojas, flor, rama, raíz) y ustedes son parte de ese todo, ¡Son parte de mí!

Pensamiento del día:

Él nos amó tanto que decidió quedarse a vivir en nosotros.