David fue una persona en la cueva otra en el palacio. Fue uno perseguido y otro aclamado, fue uno en el campo de batalla y otro en la azotea de su casa Real. Las reflexiones que escribió mientras pernoctaba en cuevas repletas de ladrones del desierto son monumentos de piedad. Pero una vez instalado en el palacio, cuando rey, sus problemas familiares le abrumaban. Mientras luchaba por su vida y la de sus soldados en los campos de batalla, su fe se aferró tan fuerte a su Dios como su puño a su espada. Cuando delegó a su ejército la tarea de liderar y se quedó descansando en la casa Real, en el tiempo en que todos los reyes salían a la guerra, perdió la peor de las batallas, la de la santidad, y cayó. Es que a veces necesitamos estar bajo presión para no perder el rumbo, Dios lo sabe. Es por eso que tantas veces nos expone a situaciones en las que, humanamente hablando no hay respuesta. No es que se haya olvidado de nosotros sino que nosotros nos estamos olvidando de Él. Es entonces cuando Él hace sonar su campanita de la adversidad en nuestras vidas para atraernos nuevamente hacia su presencia. Si te fijas, en la acusación que el profeta Natán le hace al adúltero Rey David, menciona el hecho de su pecado con Bernabé como algo consecuente, pero va más abajo y descubre que, el verdadero motivo de su caída fue el haber descuidado y tenido en poco su tiempo con la Palabra de Jehová. (2° Samuel 12:9) Nos olvidamos de Dios cuando las cosas nos van bien. Seguramente recuerdas esos momentos solo en la sala de espera de un hospital frotando tus manos, llorando y clamando al cielo con un nudo en tu garganta por la vida de tu hijita, luego del accidente. O el día que tuviste que llegar a tu casa, arrodillarte junto a tu esposa y orar al Dios que todo provee porque te habían despedido del trabajo. O cuando te enteraste que tu hijo consumía drogas y estuvo faltando a la escuela las últimas dos semanas. Urgente llamaste al pastor para que venga a orar contigo y te aconseje. ¿Lo ves? Necesitamos las pruebas, y cuanto más nos olvidemos de Él, más pruebas habrá.

Pensamiento del día:

Es que la flecha de la oración que traspasará los cielos se debe lanzar de un arco completamente doblado. (Casi a punto de quebrarse)