Alguien dijo que las cosas que sostenemos pueden llegar a sostenernos a nosotros después de algún tiempo, y creo que es cierto; para bien o para mal. Hay quienes sostienen una vida de materialismo, pretendiendo que sea ese “dios” quien le sustente, y cuando las riquezas se vuelan, (porque tienen alas) sus vidas se derrumban. Así encontramos a lo largo de las páginas sagradas, a varios personajes colgando sus vidas de ideales que pensaban les sostendrían, pero solo le condujeron a una vida sin sentido. Como quien cuelga de la rama de algún árbol su hamaca y descubre, tarde, que esa rama no le soportó. Así tenemos, por ejemplo a un Zaqueo subido al árbol de su materialismo, del cual Jesús le recomendó que descienda si pretendía verle cara a cara. A Absalón, enredado en el árbol de su vanidad y su rebelión, consecuencia de un corazón envidioso y repleto de rencor hacia su padre. A Jonás, sentado bajo el árbol de sus caprichos, perdiéndose la oportunidad de ser uno de los profetas más exitosos del A.T. O Judas, ahorcado en árbol de su vergüenza, equivocándose de madero. ¡Si hubiese llegado con ese mismo arrepentimiento al madero del Calvario!…. No sé cuál será la rama de la cual te estás columpiando en este momento, pero si no es del árbol correcto tu caída es inminente. Cierto día, un paralítico se topó con el Jesús de los milagros y su historia cambió para siempre. Unas pocas palabras de vida eterna, una mirada de fe y un corazón compasivo fueron los ingredientes ideales para que este hombre salga de escena cargando aquello que por 38 años le había cargado a él: “Toma tu lecho y anda”. Una camilla inútil solamente servía para anestesiar el dolor de su triste vida, pero con Jesús el cambio fue radical. El Hijo de Dios colgó de la cruz tu pasado de pecados y los míos, ¡enorme peso! En esa convicción puede descansar también tu futuro.

Pensamiento del día:

Las convicciones son aquellas cosas que me sostienen a mí, mientras que las opiniones son aquellas que yo sostengo.