El libro de Jonás es un detallado relato de un hombre sencillo que recibió un encargo de dimensiones épicas de parte de Dios. Pudiendo haber pasado a la historia como emancipador y héroe, quedó registrado en las páginas de la Biblia como un completo cobarde. ¿Las causas?, pues las mismas que te traicionan a ti y a mí vez tras vez y nos alejan de conquistar proyectos de vida a gran escala: Los prejuicios, mi rebeldía y mi innata desobediencia a todo y a todos, ¡hasta de Dios! Todo el libro huele a obediencia incondicional a un Dios soberano. Considera: El mar que azotaba la nave donde Jonás huía del llamado de su Dios, en obediencia se agitó lo más fuerte que pudo. Los marineros de la nave se arrepintieron cuando vieron que la tormenta se calmó al echar a Jonás al mar. El pez apareció en el lugar exacto y en el momento preciso, abrió su boca y, (como dijera aquel corito que nos enseñaron en la escuela dominical) “PUMMM, se lo tragó”, justo cuando Dios lo ordenaba. Con la misma sumisión lo vomitó en tierra cuando Dios dijo y dónde Él dijo. Los más de cien mil habitantes de Nínive, desde el menor hasta el mayor, ¡inclusive su propio rey!, en obediencia a la Palabra de Dios se arrepintieron de sus malas obras. La planta de calabaza se apresuró a crecer en 24 horas tal como Dios le ordenó, un gusano acudió y la secó, el viento sopló y se la llevó… ¡Toda la creación obedecía menos Jonás, su profeta!… No lo juzguemos, hacemos lo mismo todos nosotros día a día. Cuando decidimos dormir un poco más descuidando el llamado a la comunión, cuando pasamos de largo ignorando al que sufre en el camino al mejor estilo “anti samaritano”, cuando nos negamos a pedir perdón al cónyuge que ofendimos, cuando gastamos el dinero que Dios nos da en cosas innecesarias… ¿Ahora comprendes porque Dios tiene que hundirnos en problemas que nos tragan vivos? (como una ballena…)

Pensamiento del día:

Al igual que nosotros Jonás fue rebelde desde el vientre de su madre, y desde el vientre de un gran pez aprendió obediencia.